Hablar de turismo en Ceuta es llenarse la boca de la palabra fracaso. Nuestras estadísticas son bastante concluyentes para hacer un dictamen tan negativo: hay menos ocupación en nuestros hoteles en verano que en invierno; y el desempleo, que en el resto de España desciende por la oferta de empleo en trabajos relacionados con el turismo, aquí aumenta. Lo fácil y más socorrido es echarle toda la culpa de este fracaso a los responsables políticos, pero no seríamos justos si lo hiciéramos. Hay otros factores que inciden en la falta de interés que despierta Ceuta como destino turístico.
Al margen del sentimiento de apego y amor por la tierra natal, deberíamos de hacer una evaluación sincera del potencial de Ceuta para atraer visitantes. Nadie duda de que nuestra ciudad goza de unos bellos y evocadores paisajes, de un clima extraordinario, de unas playas diversas en su morfología y bien dotadas, al menos las céntricas, de unos senderos atractivos, de un mar rico en biodiversidad, de un patrimonio arqueológico e histórico interesante, de una oferta gastronómica y comercial rica y diversificada,...Tenemos todos estos atractivos que acabamos de enumerar, y otros muchos que podríamos añadir, pero, ¿Son únicos? ¿No es cierto que en las costas gaditanas y malagueñas, por citar las más cercanas, podemos encontrar lugares de similares características? ¿Por qué un turista iba a cruzar el charco, con el alto coste que supone, para disfrutar de una oferta similar a la que puede encontrar por doquier en toda Andalucía? ¿Acaso contamos con un elemento singular y único que justificara un desplazamiento expreso a Ceuta? Desde nuestro punto de vista carecemos de un foco de atracción similar al que constituye la Alhambra para Granada, o la mezquita Omeya para Córdoba. Ni siquiera contar con espacios tan conocidos en el ámbito mundial es una garantía de éxito. Todavía la capital granadina no ha conseguido que el elevado número de visitantes que tiene la Alhambra paseen por sus calles y dejen de ir de los hoteles de la costa a la Alhambra sin pisar Granada.
No creo que lo que acabamos de exponer sea una argumentación que pueda coger por sorpresa a las autoridades políticas relacionadas con el área de turismo de la Ciudad. Ellos son los primeros que conocen las respuestas a las cuestiones que acabamos de plantear sobre el turismo ceutí. Lo sorprendente es que, sabiendo lo que saben, mantengan unas políticas públicas tan desajustadas a la realidad y tan dilapidadoras de fondos públicos. El actual modelo de gestión turística es claramente ineficiente en términos económicos y productivos. En su momento se apostó por un modelo de control público concretado en la constitución de una empresa financiada al 100% con fondos públicos, de los que más de la mitad se dedican a pagar los sueldos de sus empleados. El resto del presupuesto está destinado a financiar la asistencia a ferias y congresos, así como a una miríada de partidas de publicidad, propaganda y financiación de eventos deportivos y proyectos de promoción comercial.
Si cualquier empresa con un presupuesto de 1,67 millones de euros obtuviera unos resultados tan desastrosos no habría aguantado ni un par de años, pero claro, la cosa cambia cuando el dinero que se gasta es de procedencia pública. En estos casos, nadie está obligado a dar explicaciones claras de su fracaso empresarial ni a cuestionar la viabilidad de la empresa. Siempre se acude al manido argumento del "interés general", confundido con el interés de unos pocos que encuentran en el dinero de este tipo de empresas públicas la manera fácil y cómoda de cuadrar sus cuentas de resultados anuales.
En el fondo, tal y como sucede con un porcentaje importante del dinero público, se trata de ocultar una oscura realidad: la de una profunda crisis ecológica, económica y social. Nuestras autoridades hablan de promoción turística cuando la realidad es que nuestros montes están abandonados y llenos de basura, nuestros acantilados colmados de residuos o muchos de nuestros bienes culturales ocupados de manera ilegal o en estado ruinoso. ¡Y qué decir de la economía local! Aquí la única empresa que funciona es el Ayuntamiento. Bueno, más que funcionar lo que hace es pagar buenos sueldos a sus empleados y cuantiosas facturas a las empresas adjudicatarias, porque los servicios que presta no están acordes a lo que nos cuesta a los contribuyentes. En este contexto, el turismo es una tapadera más para pagar sueldos y financiar a determinadas empresas de la ciudad.
La conjunción de la crisis ecológica y económica retroalimenta una grave crisis social de consecuencias imprevisibles. El incremento de la población va agudizando esta triple crisis cuyo síntoma más evidente es un patente malestar cultural y social. Creemos que ya va siendo hora de dejar de ocultar la realidad tras una tupida cortina de mentiras tejida con hilo de oro por las autoridades locales y nacionales. Dejemos de malgastar el dinero público en propaganda política y turística. No deberíamos preocuparnos tanto si vienen muchos o pocos a visitarnos, lo importante es lo que estamos haciendo los ceutíes con la belleza heredada de tiempos ancestrales. En un país, como España, en el que hasta el alcalde del pueblo más remoto aspira a que su pueblo sea un destino turístico, no deberíamos malgastar nuestro tiempo y dinero en convencer a los demás de lo que nosotros ignoramos y despreciamos: a nuestra propia tierra. Nosotros no aspiramos tanto a que nuestras calles se llenen de masas de turistas, como en décadas pasadas, pendientes de escaparates y de bares de tapas, sino de ceutíes, y a ser posible de otros lugares, deseosos de captar, con todos sus sentidos, la belleza de Ceuta. Personas que entiendan y comprendan el carácter mágico y sagrado de este lugar, y que, inspirados por esta tierra, crean obras artísticas y literarias, así como se involucren de manera activa en su defensa y restauración. Puede que si conseguimos dotar a los ceutíes de esta sensibilidad, de este amor consciente por su tierra y de la suficiente imaginación activa para ver primero en sus mentes a una Ceuta diferente, entonces, solo entonces, logremos que llegue a Ceuta el tipo de viajante que esta ciudad merece por su belleza y serena majestad.