La obsesión del Secretario general del PSOE por el poder sin importarle una higa el destrozo ideológico y social que puede producir en su alianza con partidos independentistas o alejados de los intereses españoles como Podemos financiado por países extranjeros y que solo por eso debería estar proscrito si la Fiscalía General del Estado sirviera para otra cosa que pasear en coche oficial a sus dirigentes, coincide con la parálisis cerebral del Presidente del Partido Popular, que con su también obsesión por el poder , piensa cual iluminado que todos deben ayudarle a él y solamente a él a sentarse en la Moncloa.
Ni la derrota de uno y otro, a pesar de haber obtenido las mayorías relativas ya conocidas, ni la corrupción de sus partidos, han servido para su lógica dimisión. El uno (PP) hablando de la altura de miras y el otro (PSOE) cual jovenzuelo corriendo detrás de quien le diga sí, aunque sea una banda como la de Podemos que arrogantemente en una parodia de “aló vicepresidente” le nombra hasta los ministros (Vicepresidencia, Economía, Defensa, Interior, Educación y Administraciones Públicas Plurinacionales) y le humilla sin cesar ”la posibilidad histórica de ser presidente de Pedro Sánchez es una sonrisa del destino que me tendrá que agradecer” , mientras a Sánchez no se le ocurre ninguna respuesta decente “hoy es el día de Rajoy” o “los votantes socialistas no entenderían que Pablo y yo no nos entendiéramos”. Es evidente es que este sistema de partidos, corrupción incluida, reflejo de la ley electoral en este Estado partitocrático que nunca ha servido a los ciudadanos, obligados a votar con listas cerradas, ya no sirve para dirigir el país y deberá ser cambiado por interés de los partidos y sobre todo por interés de los ciudadanos, aunque éste sea superior y se disfrace de lo contrario. No se puede seguir con un sistema en el que prime la obediencia ciega dentro del partido sobre la dependencia del elegido de sus electores. Y de los nuevos llegados al socaire del cambio como Podemos, los batasunos, los mareados, los comunados o como quieran que se llamen no podemos esperar nada, ya que siguiendo la estela de lo ocurrido en los Ayuntamientos, la regeneración de los partidos y de la política, está siendo nula, de nuevo el enchufismo, de nuevo viva la política, viva mi partido y viva la pela. La ilusión inicial por el 15 – M ha devenido en más Venezuela.
Es hora de una ley de partidos que abogue por la división en distritos, con semejante número de votantes, igualitaria que no conceda más diputados a quien obtenga menor número de votos y con una segunda vuelta para barrer todos los partidos que no obtengan una mayoría cualificada. El diputado debe responder ante sus electores no ante el partido y con dimisión inmediata en caso de corrupción de dinero público.
Además de la reforma de la ley electoral (en las últimas elecciones ERC sacó 9 Diputados con 599.209 votos, PNV 6 Diputados con 301.446 votantes e IU 2 Diputados con 923.105 votos), la reforma del poder judicial, la anulación de los aforamientos, la supresión del nombramiento de Jueces por los parlamentos autonómicos, la homogeneidad en la enseñanza en español en todo el territorio dejando la competencia de la Educación en el Gobierno Nacional como la de la Sanidad deberían ser tareas en las que los que los partidos nacionales tendrían que aplicarse después de una experiencia constitucional de 37 años, al mismo tiempo que en el desarrollo democrático de los partidos, donde la excelencia, fruto del bien hacer profesional y la experiencia, sea un mérito y la transparencia en sus finanzas y la libertad en la elección de sus líderes, algo común, y las dimisiones en caso de fracasos electorales por las causas que sean, algo corriente.
Sin embargo partidarios de unos y otros partidos lo único que hacen es alancearse sin pararse a decir basta y pasar a intentar encontrar una solución a la gobernabilidad de España. Los distintos representantes de los partidos, después de ver al rey en la entrevista protocolaria de los partidos de acuerdo con la lista presentada por el presidente de las Cortes, lo único que dicen es “creo que el rey piensa en nuevas elecciones”. Como si eso sirviese para algo. De nuevo, la nada.
Situaciones similares, guardando las distancias han ocurrido a lo largo de nuestra historia. Cuando Isabel II reinaba, consideraba, como todos los reyes del antiguo régimen, la nación como su finca. Después de la revolución de 1868 que la destronó tuvo que marchar a París hasta su muerte en 1904. En ese exilio recibió a Don Benito Pérez Galdós quien acudió para entrevistarla y parte de esa entrevista, ya que la reina le dijo “Te diré cosas para que las publiques y para que las sepas” acerca de Narváez, O`Donell o Espartero, fue publicada en el periódico El Liberal: “Yo tenía diecinueve años. Este me aconsejaba una cosa, aquél otra, y luego venía un tercero que me decía: ni esto ni aquello debes hacer, sino lo de más allá.” “Los que podían hacerlo no sabían una palabra de arte de Gobierno constitucional, eran cortesanos que solo entendían de etiqueta, y como se tratara de política, no había quien les sacara de su absolutismo. Los que eran ilustrados y sabían de constituciones y de todas estas cosas, no me aleccionaban sino en los casos que pudieran serles favorables, dejándome a obscuras si se trataba de algo que en mi buen conocimiento pudiera favorecer al contrario. ¿Qué había de hacer yo, tan jovencilla, reina a los catorce años, sin ningún freno en mi voluntad con todo el dinero en la mano para mis antojos…”. Pérez Galdós relata posteriormente que no se atrevió a decirle “¿Verdad, señora, que en tal mente de vuestra majestad no entró jamás la idea del Estado?”. Después ya se sabe, la I Re pública, la Restauración y vuelta a empezar.
Esa idea de Estado, ese invisible ser político de la Nación es lo que vuelve a faltar en nuestros gobernantes. De nuevo, la finca, el juego del palé. Da igual que sea en el Congreso o en el Senado, se reparten los escaños para tener más voz pero sobre todo para tener más dinero, no importa la democracia, eso es para engañar al pueblo, no hay grandeza. Si hubiese una coalición de los partidos PP-PSOE- Ciudadanos, aportarían a la Cámara una mayoría de 253 Diputados correspondiente a 16.246.669 votos independientemente de quien fuera el Presidente de Gobierno, y si el PSOE decide unirse a Podemos a Ezquerra Republicana de Cataluña al PNV (para apoyarle en las elecciones de Octubre en el País Vasco) e IU sumaría 176 escaños correspondiente con 12.543.786 votos. La lógica parecería que una coalición de los tres partidos citados en primer lugar donde se ponga en común las convergencias, separar los puntos de fricción e intentar un Presidente de consenso de cualquiera de los tres partidos coaligados, sería lo más deseable para los españoles. Ah! Pero el” cérebro de manteiga” de estos dirigentes parece que opta por otra solución. Por una parte el Registrador se ha quedado primero paralizado, cual lechuza frente a una potente luz, y después de ver que no podría formar gobierno ha declinado la invitación del rey a la investidura pero no a la candidatura, con lo que ha desairado al Rey ¿será un adiós a plazos? y por otra la ambición de poder de Sánchez le lleva a pactar lo que sea con quien sea. Ese es el dilema, una solución junto a Podemos, banda que tiene diversos apartados territoriales, todos separatistas y que debe poner en común. Por ello, la singladura que inicie Sánchez, se me antoja muy complicada. El resultado ya lo vemos en los Ayuntamientos, como el de Madrid y Barcelona, un verdadero esperpento, aunque quizás no sea el adjetivo más adecuado, una verdadera desgracia para España.
La supresión de la ley de reforma laboral, la modificación del sistema de pensiones y la seguridad jurídica son los objetivos que harán tambalear los primeros ejes de nuestro sistema, además del incremento del gasto público lo que llevará consigo un incremento de la deuda y posiblemente un incremento de los impuestos directos e indirectos. La falta de inversiones reducirá el crecimiento y este la creación de empleo. Las políticas populistas y de revancha de la antigua guerra civil volverán. De nuevo el pasado con el papel de envoltorio de lo “progre”. De nuevo, hacia atrás. La izquierda, como en Portugal, desea un pacto cual frente popular, pero allí, la izquierda ama a su país y no se le ocurre desmembrarlo. Aquí sin embargo lo anhelan sin importarles las consecuencias, solo tienen el “cèrebro de manteiga”.
Coda final: Sin llegar al servilismo del emperador del Japón al que no se le puede mirar a los ojos ni al de la Reina de Inglaterra a la que no se le puede dar la espalda, el palacio de la Zarzuela debería imponer un protocolo de vestimenta para ir a visitar al Rey, como ocurre en ciertos restaurante y clubes del país, y si no se aceptan , que envíen por correo sus mensajes o por teléfono a la Casa del Rey, así evitaríamos que el palacio de la Zarzuela también se convierta en el merendero en que se ha convertido el Congreso o el Senado. Aunque sea” políticamente incorrecto” o a pesar de ello.