En las elecciones habidas en Francia el pasado 13 de Diciembre el alcalde de Bastia, capital de la isla de Córcega y patria del autoproclamado emperador Napoleón, el nacionalista Gilles Simeoni consiguió ser la fuerza más votada liderando a nacionalistas e independentistas bajo las siglas de “Pé-Corsiga” (Por Córcega) con el 35.34% de los votos, lo que le proporciona 24 escaños de los 51 que tiene la Asamblea regional por lo que fue nombrado Presidente de la isla.
Su otro colega Jean-Guy Talomani fue nombrado Presidente de la Asamblea regional. En los discursos de investidura ambos utilizaron el idioma corso y reivindicaron cuestiones importantes para ellos como la amnistía de los presos políticos, la cooficialidad de los dos idiomas francés y corso, el estatuto de residente en el ámbito fiscal para los corsos y en fin la aceleración de las negociaciones de un nuevo estatuto administrativo que está previsto para 2018.
Talomani, en su discurso señaló que “puede que el idioma de la República sea el francés, el de Córcega es el corso”. El corso fue reconocido por la educación nacional en 1974 pero su enseñanza no es obligatoria. Así mismo indicó Talomani que “La cuestión de la independencia se planteará en el momento adecuado y nadie podrá impedir mañana a los corsos ser independientes si lo vota la mayoría”
La música y la letra de esas canciones la tenemos más que oídas aquí en España sin embargo la contestación dada por el primer Ministro Manuel Valls, catalán él, español él, francés él, socialista él, es muy diferente a lo que contestan cualquiera de los políticos españoles competentes para hacerlo, ya sean catalanes, vascos o gallegos y socialistas, populares, de centro o del subterráneo.
Así, Don Manuel Valls o Monsieur Valls, como ustedes prefieran, contesta “Córcega está en Francia y en la República ningún discurso en corso o en francés, podrá cuestionar ese vínculo” . No hay más que un idioma en la República, el francés” “no hay en Francia presos políticos”. Refiriéndose a los privilegios fiscales “son contrarios a la República” Todas las anteriores son las ahora llamadas “líneas rojas” y por lo tanto innegociables.
En cuanto a la lengua y a los privilegios fiscales ¿algún directivo en España, del PSOE, se atrevería a defender lo que los socialistas franceses defienden en su país. ¿Algún directivo en España, del PP, se atrevería a defender lo que los socialistas franceses defienden en su país? Sin embargo en nuestro país hay mucha gente que defiende precisamente todo esto para su región aunque la consideran su “nación” y en parte tienen ya conseguido: todos los independentistas catalanes, vascos, gallegos, mallorquines, valencianos, aunque parece que los de Cartagena todavía no,a pesar de gozar todos ellos de un Estatuto administrativo muy superior al que tendrán los corsos en 2018. Así el presidente de la Generalidad de Cataluña se expresa únicamente en catalán obviando el otro y más importante idioma oficial, el español. La misma situación ocurre en Galicia donde el presidente del Partido Popular nos obsequia con un gallego de Oxford. Qué decir del vascuence, idioma difícil y metido a presión en las escuelas por si a alguno se le ocurre ser “lehendakari” pero que con dificultad chapurrean sus autoridades que han invertido ingentes cantidades de fondos públicos para ser diferentes en la lengua y en la boina. Del valenciano y del mallorquín, para que hablar ya que sus dirigentes pasados y contemporáneos han actuado y actúan cual roedores detrás del catalán encantador flautista Hamelin siguiendo los pasos en la educación en los rótulos de calles, en la Administración autónoma, en los Ayuntamientos.
¿Por qué no considerar esos idiomas fraternos como en Francia?
El español no se va a perder en esos territorios porque lo sustentamos más de cuatrocientos millones de español- hablantes y en poco tiempo será la lengua de toda América (con la excepción de Canadá), pero es la insignia de la debilidad de nuestra Nación que tiene gobernantes que no han sido capaces siquiera de prohibir la penalización al español en los rótulos de los comercios. Por no hablar de la traducción e interpretación en el Senado.
Esa misma Francia, gracias a la ley 2015-29 de 16 de Enero de 2015 ha permitido que a partir del 1 de Enero de 2016 la administración territorial sea organizada en 13 regiones metropolitanas a partir de las 22 antiguas, por lo que, lo que denominan País Vasco o Cataluña, estarán integrados en una sola región: Languedoc-Rousillón-Midi-Pyrenèes. La Francia metropolitana tiene mayor superficie que España y ya se organiza con solo 13 regiones. Francia siempre nos enseña el camino de la lógica y de la razón y podríamos seguir la huella reduciendo Comunidades Autónomas, fusionando Ayuntamientos entre los 8.114 que tenemos, suprimiendo Diputaciones y organismos duplicados y triplicados como los Defensores del Pueblo, Tribunales de Cuentas, Consejos gubernativos. Pero qué difícil es a veces seguir el camino de la razón y qué fácil es el del populismo. En el Ayuntamiento de Madrid, hace unos años aparecieron los denominados “Agentes de Movilidad” que motorizados acudían a los lugares en los que existía una mayor aglomeración del tráfico rodado y yo me pregunté por qué esa labor no era ejercida por la Policía Municipal como hasta entonces había ocurrido . Al parecer los policías debían dedicarse a “labores superiores”. Desaparecieron los policías y nadie sabía si estos “Agentes” podían multar o solamente encauzar el tráfico. Los tales agentes ahora quieren ser policías, con lo que el gasto público y la sinrazón de nuevo los tenemos en la proa.
En la antesala de la independencia de Italia el coro de los esclavos de la ópera de Verdi “Nabucco” (el famoso “Va, pensiero”) se estaba considerando como posible himno nacional y fue rechazado porque se pensó que aunque bellísimo era una oración y hacía falta algo más vibrante, de ahí el actual ”Fratelli d’Italia” de Goffredo Mameli que cantan con orgullo los italianos. Nosotros tenemos nuestro himno nacional, aún más bello que el himno italiano, la Marcha Real que proviene desde que Carlos III el 3 de Septiembre de 1770 la proclamó como Marcha de Honor, pero no hemos sido capaces de ponerle letra a tan bella y solemne música. Así, cuando se interpreta, el país se queda mudo y solo interiormente se escucha un débil “la lo la lo”. Ese Himno fue prohibido durante el trienio liberal (1820-1823), durante la primera República (1873-1874) y durante la segunda república (1931-1939) sustituido en esta época por el himno de Riego. Y es que somos un país inacabado. Cuando está prácticamente todo construido, nos falta siempre la dirección, la voluntad, para acabar la inmensa obra y empezar a caminar. Y eso es lo que le sobra a Francia: ya ha construido soberbiamente toda su estructura y terminado todos los remates, por eso ni corsos, ni bretones, ni normandos ni aquitanos, ni vascos, ni catalanes, van a modificar su grandioso edificio Nación ni van a impedir caminar a todos unidos . No en la República (gala).
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