He estado dudando si desarrollar este artículo desde la óptica de la novela póstuma de John Kennedy Toole, La conjura de los necios, ganadora del Pulitzer en 1981, o los recientes artículos del maestro Antonio Burgos en el periódico ABC.
Al final me ha podido mi vena españolista, aunque cualquiera de los dos caminos me hubieran llevado al mismo resultado: ¿Qué nos pasa? ¿Cómo hemos podido ser tan simples o inconscientes para llegar a la situación política actual en España?
Dos grandes de la comunicación en España, Antonio Burgos y Carlos Herrera, a los que leo y escucho siempre que puedo, han dedicado muchas horas al tema del “tonto” en el sentido más político de la célebre frase de Forrest Gump: “Tonto es el que hace tonterías”. El periodista Antonio Burgos este verano ha dedicado en su columna en ABC varios artículos a “los tontos de verano”, donde los clasifica en: los tontos de la botella, del bronceador, de la hoja de reclamaciones, de los niños en Inglaterra, catalán....
Por su parte el gran comunicador que es Carlos Herrera, se puede decir, que casi ha publicado una tesis en las ondas sobre este singular fenómeno tan español, llegando a mantener hipótesis como “en España no cabe un tonto más”, (que rápidamente corrigió ante la evidencia incuestionable de que cada día salían más), o la sentencia “En España hay más tontos que botellines” (ésta mucho más científica y comprobable empíricamente por cualquier sociólogo de la Complutense). Esperamos que en su nueva andadura en septiembre nos ilustre con nuevas aportaciones, ya que las elecciones autonómicas catalanas o las diarias salidas de tono de ciertos nuevos regidores (y regidoras) de ayuntamientos van a dar motivo para ello.
Tenemos que concluir que ambos llevan razón. Cada día la prensa, la radio, televisión o cualquier otro medio de comunicación, nos sorprende con nuevos alardes de personajes o personajillos, para encumbrarse en los primeros puestos de la tontería o idiotez más sonada en este nuestro país. Y en este estudio sobre la tontería en sus múltiples facetas, algunos políticos también aspiran a ocupar los primeros puestos. A continuación expongo algunas perlas recientes, que han adquirido importancia (o debemos dársela) como son las tomas de posesión de nuevos ediles o parlamentarios, porque tras esas palabras hay un pulso al Estado de Derecho, utilizando los resquicios que les deja la legalidad y la democracia.
Empiezo por el juramento o promesa de dos nuevos senadores, primero ella, María Isabel Mora de Podemos: “Me comprometo a luchar por el cumplimiento de los derechos humanos de Andalucía, España y la humanidad...” (¿Debemos entender que Andalucía no es España, ni España tampoco forma parte de la humanidad?), o su compañero el senador Ramón Espinar también de Podemos : “Prometo para poner las instituciones al servicio de la gente y devolver al pueblo la capacidad de gobernarse a sí mismo”. Son aplicados y siguen la estela marcada por su líder Pablo Iglesias: “Sí, prometo acatar la Constitución hasta que los ciudadanos de mi país la cambien para recuperar la soberanía y los derechos sociales”. O el “Resistir es vencer”, de Luisa Broto; “Sin renunciar a mis principios anticapitalistas”, Pablo Híjar, todos ellos de los llamados “grupos emergentes” ataviados con uniforme progre: camiseta-vaquero-chancleta. Y como no podía ser menos, Ceuta también tuvo su representante con juramento singular en la persona de Juan Luis Aróstegui, que pidió también por “el Estatuto de Autonomía”.
Dejo aparte al ególatra Artur Mas, que ocupa y ocupará los primeros puestos durante algunos meses en el podio de la estupidez con sus salidas de tono, o el veto al himno de España, ya común en muchos municipios, el último por parte de la alcaldesa por Compromis (socios del PSOE valenciano) del pueblo de Sueca (Valencia) prohibiendo el himno nacional en la entrada y salida de las imágenes del templo.
Llegado este momento, debemos dejar la ironía, y no caer en la trampa de ciertos partidos de izquierda, al mirar para otro lado, o tratar estos hechos de simples anécdotas, para empezar a darles la importancia que tienen y, centrarnos en el porqué de esta situación especial que vive España. Hemos vivido en este año dos procesos electorales y vamos camino del tercero, y unas señoras y señores de los llamados partidos emergentes –tan mimados por cierta prensa–, muy listos ellos, vendieron que había que votarles porque había una necesidad social inaplazable y la llamada casta (PP, PSOE) no se preocupaban de esas urgencias, sino que eran los responsables de todo lo pasado, presente y futuro. ¡Que inocentes (por llamarles de alguna manera) los que los votaron!
Pues bien, esa caspa retrograda, formada en su mayoría por gente sin la formación intelectual necesaria para acometer los retos de la gobernabilidad de comunidades autónomas o municipios, los denominados camiseta-vaquero-chanclas: ¿se han dedicado a la defensa de los más desfavorecidos?, ¿han puesto entre sus prioridades la lucha contra el desempleo y preparar nuestras ciudades para hacerlas competitivas? Creo que no. Se han dedicado, por el contrario, a colocar a sus parientes más cercanos en los mejores puestos. Baste como ejemplo el botón de las dos ciudades de mayor población en España: Madrid y Barcelona. La señora Carmena, no satisfecha con nombrar jefe de gabinete a su sobrino político Luis Cueto, también lo nombra responsable del IFEMA. La administradora de una ONG catalanista Ada Colau, hoy alcaldesa de Barcelona, nombra representante de Relaciones Políticas e Institucionales de su partido, Barcelona en Comú (BComú) a su compañero, o la incorporación de la pareja del primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, al Ayuntamiento como asesora de la Concejalía de Vivienda.
Y no pasa nada (Y no passsa ná), porque ellos son los buenos que vienen a salvarnos. Tan buenos, guapos y progres como Tsipras y Varoufakis, esos que “han salvado” ya a Grecia.
Estos nuevos podemitas en los ratos libres, que les deja su odio al sistema salido de la Constitución de 1978, se han encargado de quitar el busto de Juan Carlos I del Salón de Plenos de Barcelona, o colocar como tarea prioritaria de su labor de gobierno la retirada del callejero de Madrid nombres que a su falta de cultura les suenan como franquistas. Digna de mencionarse es también la chulería de un consistorio de la provincia de Tarragona (oído cocina: con la abstención del Partido Socialista) de colocar la bandera independentista catalana en fachada más visible del Consistorio, a la vez que sustituir el cuadro del rey por una fotografía tamaño carnet.
José María González Santos, (Kichi para sus amigos y chirigoteros) alcalde de Cádiz, por la gracia del PSOE, ha sustituido del salón de Plenos el retrato del monarca emérito Juan Carlos I por el de Fermín Salvochea, anarquista y primer edil de Cádiz durante la Primera República. Y la prensa super pijo-progre que tanto hurga en los partidos tradicionales no dice nada. (Y no passsa ná).
Tenemos un Gobierno del Partido Popular que ha conseguido cumplir el 90% de su programa electoral, que junto con el pueblo español ha sacado de la bancarrota a la economía española, que ha conseguido encadenar más de seis meses seguidos bajando el paro, que este mes de julio haya sido en mejor en la serie de creación de empleo desde 1998, que en cuanto los datos macroeconómicos lo han permitido ha bajado los impuestos de una manera gradual, beneficiando primero a los más necesitados y las rentas más bajas. Un gobierno que va devolver la paga extraordinaria a los funcionarios, y frente a la reducción del 5% que llevó a cabo el gobierno que nos mintió y llevó a esta gran crisis, va a subir, y así lo contemplan los PGE, el 1% el sueldo a todos los funcionarios.
Si a pesar de todo hecho, de haber devuelto la confianza a los ciudadanos, hay personas que se decantan por opciones populistas y demagogas, que sólo prometen lo imposible y llevan al desencanto y la ruina, como el nacionalismo del mesiánico Artur Mas o la verborrea de los Pablo Iglesias, Maduros o Tkipras, algo falla en nuestro sistema. Y no es algo esporádico o coyuntural, sino algo más grave: fallan nuestros cimientos, porque hemos educado mal a nuestros hijos, jóvenes y adultos, haciéndoles creer que nos merecemos todo por el simple hecho de desearlo, que se puede tener un estado de bienestar sin esfuerzo y trabajo, en resumen, hemos dejado que el populismo embauque a una gran número de ciudadanos apresados en el clientelismo y la subvención.
Contra este mal sólo se puede luchar con mucha pedagogía, saliendo a la calle todos los días a explicar mejor nuestras propuesta, señalando que el futuro sólo se consigue con esfuerzo y perseverancia.
La LOMCE o la Reforma Electoral van en esa dirección, aceleremos su aplicación y desoigamos esos cantos de sirena de demagogos que quieren su derogación o retraso para seguir manteniendo su clientela electoral.
Y también pedir perdón por aquello en que nos equivocamos (por eso desde estas líneas todo mi apoyo y solidaridad a las palabras de mi diputado Francisco Márquez cuando en un programa televisivo de contenido político, no hizo sino señalar y adjetivar la repulsa que el casi millón de afiliados del Partido Popular sentimos por el enriquecimiento injustificado del señor Bárcenas).