Según las informaciones difundidas por la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior español, a 31 de julio de 2015 se habían contabilizado casi un millón de personas en la Operación Paso del Estrecho. Exactamente 953.229 pasajeros. En vehículos la cifra alcanzaba los 218.642. De todos estos, más de la mitad se concentraban en el Puerto de Algeciras. Una simple operación aritmética nos dice que si a los billetes de barco se les incrementa un euro, la recaudación añadida a la normal por parte de las compañías navieras será de un millón de euros. Si se les incrementa 2 euros, la recaudación extra ascenderá a dos millones de euros. Y así sucesivamente.
La pasada semana tuve necesidad de viajar a la península por asuntos particulares. Esperábamos en el puerto de Ceuta, no muchos viajeros, para embarcar a las 18:30 horas con la compañía Balearia. Junto a nosotros estaban también los de la compañía FRS, que embarcaban a las 18:45 horas. Como todos hemos sufrido alguna vez, una de las prácticas de competencia que llevan a cabo las compañías es realizar las rotaciones prácticamente a las mismas horas. Aunque los barcos vayan vacíos, y a pesar de que, a veces, un ligero retraso en alguno de ellos ocasione que deban permanecer en la bocana del puerto parados, mientras que maniobra el buque de la otra compañía. Un puro despropósito, lo mires por donde lo mires, que perjudica claramente a los pasajeros, sobre el que no intervienen las autoridades. Yo llegué con tiempo suficiente.
Cuando abrieron la puerta del control de seguridad, entró primero el empleado de Balearia con unos papeles en la mano. Una funcionaria del Cuerpo Nacional de Policía le paraba y discutía con él bastante enfadada. No pude saber, ni entender, lo que entre ellos se decían. Al parecer había una confusión con el buque que viajaba, que era distinto al que a ellos les figuraba en sus partes (supongo que por razones de seguridad se le pasarán al Ministerio del Interior los datos de los buques que realizan cada travesía). El empleado justificaba la medida indicando que un buque había tenido que ser utilizado para descongestionar del otro la enorme cantidad de vehículos acumulados por las dificultades de estos días en la OPE. No le di más importancia al incidente.
Cuando estábamos en la sala de embarque, a cinco minutos de la salida del buque, una trabajadora nos anunciaba, a voz en grito, que el buque de Balearia llegaría con retraso, pero que si queríamos entrar a la rampa lo hiciéramos. Evidentemente, con 40 grados no era muy agradable dejar el aire acondicionado. Muchos nos quedamos. Acto seguido, llegó otro empleado, que hizo lo mismo, pero anunciando que el buque de FRS ya estaba entrando. Unos minutos más tarde nos requerían de urgencia a los viajeros de Balearia. Fue entonces cuando recordé la controversia entre la policía y el empleado de Balearia y pensé, que quizás el retraso estaba ocasionado por querer aprovechar al máximo la carga de sus barcos, aunque esto supusiera retrasos y molestias a los pasajeros. Pero claro, esto eran solo suposiciones mías, que no conozco los entresijos del funcionamiento de estas compañías.
Me dirigí a toda prisa a la rampa de embarque. Aún tuve tiempo de esperar cinco minutos más y ver cómo llegaba y atracaba el barco. Ya eran casi las siete de la tarde. Salieron los pasajeros, no muchos, y comenzamos el embarque. Una agradable sorpresa. La empleada que recogía las tarjetas de embarque, ni nos las pidió. Tampoco el DNI, que yo siempre llevo en la cartera, pero que ese día, casualmente, lo llevaba junto al billete, para no perder más tiempo. No sé si esta displicencia era a cambio de haber subido los billetes de los residentes desde 16 a 18 euros. Este retraso me trastocó gran parte de los planes de ese día.
Al día siguiente volví a Ceuta en la misma compañía. No sé si era el mismo buque. Lo que sí sé es que seguía acumulando media hora de retraso, como el día anterior. Mis planes se volvieron a ver trastocados. Pero la indignación que sentí, mezclada de impotencia, me ha tenido irritado toda la semana. Sólo se me ocurre este artículo para compensar, en parte, esta sensación de abandono por parte de los responsables políticos, que nos invade a los que vivimos y trabajamos al otro lado del Estrecho.
Todo lo anterior ya lo he contado en otras ocasiones. Pero voy a repetirlo. Son las consecuencias de la actuación de unas compañías irresponsables, que maltratan a su libre albedrío a una clientela cautiva; y de unas autoridades que no entienden que en situaciones de este tipo es necesario intervenir los mercados para impedir, entre otras cosas, que las empresas privadas se lucren a costa de vulnerar los derechos de los consumidores. Si a esto le añadimos el escaso interés de algunos funcionarios de Madrid de que Ceuta se desarrolle por sus propios medios, para así no incomodar a nuestro vecino marroquí, entenderemos por qué se niegan a que se subvencione el billete de barco a los no residentes que vengan a Ceuta a hacer turismo y a realizar sus compras, y por qué permiten que, sin razones económicas suficientes, las navieras suban los precios de los pasajes cada vez que hay alguna previsión de afluencia masiva de pasajeros.
Estas son las cuestiones que todos los ceutíes, independientemente de su ideología, deberían tener en cuenta en las próximas elecciones generales.