"Pactar con todos, menos con el PP”. Esa fue la consigna dada a sus huestes por el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, tras conocer los resultados de las recientes elecciones municipales y autonómicas. Y a fe que la cumplieron, uniéndose con populistas, con nacionalistas, con radicales, con independentistas y, en general, con lo que fuere.
Se habrían aliado hasta con el mismo diablo, quien –según se rumorea- es de extremísima izquierda. Allá donde han podido, consiguieron su objetivo de desalojar al partido ganador –el PP- mediante tales múltiples alianzas, que han dejado marcado al PSOE, tan marcado que ahora trata de borrar ese estigma acudiendo a la bandera nacional, cuando en sus anteriores reuniones o manifestaciones hemos visto cómo los socialistas ondeaban libre y alegremente las tricolores de la República, llevados por su errónea y pertinaz idea de creer que hay que ser de izquierdas para ser republicano. Se empeñan en considerar que el PP es una especie de monstruo espantoso, culpable de las mayores atrocidades contra el pueblo, un odioso partido que debe ser extinguido sin piedad, trazando a su alrededor un círculo rojo (nunca mejor dicho). Siguen sin querer reconocer: 1º.- Que España cedió parte de su soberanía al entrar en la Unión Económica y Monetaria europea, donde existen unas reglas generales y unas directrices que obligan a todos los países que la integran, algo que el actual gobierno de Grecia no ha acabado de entender, y mucho me temo que terminará pagándolo el pueblo griego 2º.- Que cuando el PP llegó en diciembre de 2011 a asumir el poder, la economía española estaba al borde de la quiebra, por haber gastado el anterior ejecutivo mucho más de lo que ingresaba, negando ciegamente la crisis, y 3º.- Que, como consecuencia de ello, sin otro remedio, Rajoy y su gobierno han debido ceñir su política económica a las aludidas reglas generales, consiguiendo, a la postre, encarrilar la economía nacional, iniciando a la vez un paulatino y esperanzador descenso del paro y logrando un notable incremento del PIB. ¿Creen acaso que Rajoy, Margallo, Montoro y de Guindos no lucharon (y siguen luchando) para paliar los efectos negativos de las medidas a adoptar, aunque evitando por todos los medios dar publicidad a sus esfuerzos, con la sana finalidad de no alarmar a la ciudadanía, como por el contrario ha sucedido en Grecia, donde se produjo una retirada masiva de fondos en los bancos por miedo a un “corralito”? Pues claro que habrán defendido y seguirán defendiendo los intereses de España y de los españoles, pues claro que obtuvieron algunos frutos, como la prolongación de los plazos que ya estaban acordados con el anterior Gobierno para la reducción del déficit estructural de las administraciones públicas, tal y como dispone la nueva redacción del artículo 135 de la Constitución, modificado cuando el propio PSOE estaba en el poder. Como si los demás no lo hicieran, la izquierda es muy dada a monopolizar la lucha por la igualdad de sexos, hasta el punto de que ha implantado en España esa modalidad lingüística del “ellos y ellas”, “rodos y todas”, “los andaluces y las andaluzas”, etc., etc., para resaltar dicha igualdad. Ante la proliferación de este fenómeno, la Real Academia Española aprobó en el año 2010 un informe según el cual el uso genérico del masculino para designar a los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical español y también de otras muchas lenguas, por lo cual ese remachar uno y otro sexo no deja de ser una mala práctica, que se sigue utilizando a pesar del mencionado informe. Por otro lado, el socialismo hace gala de ser el abanderado en la defensa de los derechos de “hombres y mujeres”, o de “todos y todas”, como ellos dirían. Por eso me pregunto, inocente de mí, que si tanto acuden a mencionar el masculino y el femenino, y si se sienten tan defensores de los derechos humanos ¿por qué aíslan, desprecian y no defienden también “las derechas humanas”, que son precisamente las que están situadas más al centro?