La UGR se encargará de sondear a partir de encuestas las preferencias de los turistas marroquíes. Los resultados que se obtengan servirán a la Ciudad para adapar la oferta local a esas demandas.
Esto fue lo que se nos contó ayer en una rueda de prensa en plena sede de Servicios Turísticos, a modo de escenificación de ese interés que parece tener la institución municipal en captar al cliente marroquí. No sé cuántas comparecencias de este tipo, comunicados o pronunciamientos llevamos apuntando siempre al mismo objetivo: Marruecos y el turista. Las pretensiones plasmadas sobre el papel chocan con la cruda realidad: ese tapón del Tarajal cuyas consecuencias negativas son conocidas al otro lado generando un efecto de rechazo. ¿Quién va a iniciar viaje hacia a la ciudad a sabiendas de que se topará con largas colas para entrar en Ceuta y podrá incluso perder las compras producto de esas operaciones que, de forma aleatoria, se ordenan a la Guardia Civil? En la memoria quedan esas imágenes de agentes rebuscando incluso entre las bolsas de la compra o mochilas particulares de marroquíes que regresaban a su tierra. Y no lo hacían porque a los agentes les gustara eso de transformarse en ‘rebuscadores’ por un día, sino porque acataban órdenes que tienen su origen en decisiones políticas. A no ser que a la administración le guste eso de buscar soluciones por un lado y anularlas por otro, sorprende que a estas alturas de la película estemos buscando facilidades a un cliente al que luego torpedeamos y, peor aún, que todavía se esté intentando saber cuáles son las preferencias del sector. A una le da por pensar que gusta eso de no avanzar porque cuesta creer que haya tanta torpeza.