A nivel global estamos en la era de la sostenibilidad, pues la Humanidad se enfrenta a profundos retos que ha de solucionar. Reducir las emisiones de carbono, optimizar el consumo, tratamiento y gestión del agua, descarbonizar y desmaterializar la economía, mantener la biodiversidad, adaptarse y frenar el cambio climático, disminuir las desigualdades económicas, etcétera.
En el último informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) de la ONU de noviembre de 2014, se afirma que con una certeza del 95% los humanos somos los responsables de un calentamiento sin precedentes de la Tierra en las últimas décadas. Y en estudios anteriores efectuados, algunos desde la Universidad de Granada, utilizando las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera de todos los países del mundo, se llegaba a la conclusión de que, si bien dichas emisiones no se seguían incrementando de forma excesiva a nivel global, cuando se utilizaban para calcular el índice de impacto de nuestra actividad económica, el mismo era creciente y tenía una influencia estadística significativa en el incremento de la mortalidad en el mundo, fundamentalmente en algunos países desarrollados y en los emergentes de mayor población. En este contexto, fomentar la sostenibilidad a nivel local tiene una importancia fundamental.
La primera referencia al concepto de desarrollo sostenible lo encontramos en el Informe Brundland Nuestro Futuro Común, de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y el Desarrollo. Se definió como “aquél que satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Es en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en 1992, cuando se sentaron las bases del desarrollo sostenible local. El documento clave para ello fue el denominado Programa 21 o Agenda 21. La Agenda 21 Local constituyó un plan de acción para los siguientes años, al contener una serie de iniciativas de los municipios para respaldar este programa. Es en 1994, en Dinamarca, donde se celebró la denominada Conferencia de Aalborg, en la ciudad del mismo nombre, que dio origen a la Carta de Aalborg, en la que los firmantes se comprometían a actuar como punta de lanza del proceso hacia la sostenibilidad y la Agenda 21 Local. Para contribuir a su desarrollo, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) elaboró el Código de Buenas Prácticas Ambientales. A los 20 años de la Cumbre de la Tierra de 1992, la FEMP publicó un informe sobre el estado de la sostenibilidad local, cuyos aspectos más importantes transcribo a continuación.
La principal conclusión es que los avances respecto al desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza en los municipios españoles han sido desiguales. Y ello pese a que si en junio de 2002 había un total de 409 municipios, 15 mancomunidades, 10 diputaciones y 1 comunidad autónoma que habían rubricado la Carta de Aalborg de 1994; en 2008 ascendían a 3.287 municipios, de los que el 77% eran de carácter rural, situándonos así a la cabeza de la UE-25 en municipios con Agenda 21 Local. Sin embargo, en la actualidad hay un cierto parón en esta ampliación.
Asimismo, se fijan cuatro dimensiones principales para el desarrollo sostenible, a saber, la social, económica, ambiental y cultural. Dimensiones que han de integrarse a todos los niveles municipales y coordinarse para evitar duplicidades.
Para desarrollar lo anterior, un aspecto que la FEMP considera crucial es la planificación territorial y urbana estratégica. Entienden que los ayuntamientos han de intervenir en la elaboración de sus planes urbanísticos desde una perspectiva ambiental y territorial, para convertir nuestras ciudades en lugares de calidad para vivir. De la misma forma, en el aspecto medioambiental proponen acciones concretas para reducir las emisiones de CO2 mediante el uso de energías renovables y más eficientes, el fomento del consumo responsable, la reducción del consumo energético o la mejora de la eficiencia en la edificación y el transporte, reducir los impactos urbanos en el medio natural, mejorar la gestión de los residuos urbanos y mejorar la calidad del aire. Asimismo proponen políticas de utilización sostenible del agua, actuaciones de preservación de la biodiversidad y las áreas protegidas, o el desarrollo de Sistemas de Gestión Medio Ambiental. Y terminan haciendo un llamamiento para potenciar la economía verde, la compra de bienes y servicios ecológicos y el fomento de industrias y comercios respetuosos con el medio ambiente.
El proceso de investigación del grupo del Proyecto Internacional NILS Ciencia y Sostenibilidad, del que los componentes de la UiT-The Artic University de Noruega nos visitarán la próxima semana, pretende obtener evidencias acerca de la eficiencia de la Agenda 21 en el fomento de políticas de sostenibilidad local en los municipios españoles y noruegos. Para ello, en una primera aproximación, se han seleccionado determinados grupos de municipios que en 2002 habían firmado la Carta de Aalborg, o no lo habían hecho, para analizar su situación en la actualidad. Las variables proxi que en principio se están utilizando son de tipo presupuestario, para ver el nivel de gasto público que se produce en todos aquellos aspectos que tienen que ver con la sostenibilidad, que anteriormente se han mencionado. Posteriormente entraremos en un mayor nivel de detalle y se descenderá al análisis de un grupo de indicadores, no necesariamente económicos, que reflejen esta situación. El consumo de energía eléctrica, la superficie de zonas verdes urbanas, la concentración de agentes contaminantes, el índice de actividad económica urbana, la tasa de paro, el índice de motorización, o la densidad urbana, son algunos de los indicadores que proponen organismos de reconocida solvencia en este tipo de análisis, como el Observatorio de la Sostenibilidad de España, y que nuestro grupo tendrá en cuenta, dependiendo de su disponibilidad.
Estamos en tiempo de elecciones municipales. En Ceuta, como han denunciado de forma reiterada algunos grupos ecologistas, la Agenda 21 Local parece que no acaba de implementarse en su totalidad. Aunque en nuestra conferencia no pretendemos descender a aspectos tan locales, ni tampoco enmendarle la plana a nadie, consideramos que sería de interés que algunos de estos colectivos y partidos políticos participaran en la misma, junto a los estudiantes y profesores del Campus Universitario de Ceuta. Sería una buena ocasión para experimentar lo que días atrás nos decía alguno de los candidatos a rector de la Universidad de Granada, sobre la necesidad del acercamiento de la Universidad a la sociedad.