El pase de inmigrantes ocultos en doble fondos se ha convertido en una de las modalidades más explotadas por los ‘modernos’ traficantes de esclavos que no dudan en participar de un negocio en el que la dignidad de la persona es inexistente y en el que el riesgo alcanza sus cotas máximas. En medio año, Cruz Roja ha atendido a más de 400 inmigrantes, cuya amplia mayoría consiguió entrar en Ceuta de esta forma, convirtiéndose en una pieza más del amasijo de hierros que componen los vehículos patera en los que son cruzados por el Tarajal. La Guardia Civil se ha topado con casos que han rozado lo milagroso, como el rescate de un matrimonio y un bebé de pocos meses que a punto estuvo de fallecer en el intento. Se han vivido muchas tragedias y se ha detenido a varios pasadores que no han dudado, por dinero, en prestarse a realizar un tipo de pase en el que la vida de otras personas se pone en juego. A la tragedia se añade otra losa más que agrava aún más el suceso, cuando el pasador no duda lo más mínimo en intentar la fuga dejando atrás el vehículo con los inmigrantes dentro o cuando busca un accidente sin reparar en que la carga humana que transporta puede terminar falleciendo. Estamos ante un comportamiento propio de delincuentes que no debe causar pena alguna. La única manera de cortar un negocio que se ha convertido en lucrativo para las pequeñas redes es a base de detenciones y condenas. La historia reciente nos demuestra que un buen trabajo policial sumado a la determinación de los jueces ha conseguido frenar delitos que se habían convertido en todo un escándalo. Ahí está la Operación Marinas, del año 2002, que dio pie a cuantiosas sentencias condenatorias de la Audiencia sustentadas en la investigación de la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera. Gracias a eso se eliminó la infraestructura de gomas semirrígidas para el tráfico de hachís que operaba con descaro en el puerto deportivo. Lo mismo sucedió con los motores humanos. Penas de hasta 8 años de cárcel terminaron con una auténtica sangría que dejó decenas de subsaharianos muertos tras ser engañados en una entrada a la desesperada enfundados en trajes de neopreno. Ahora se están conociendo las penas dictadas contra los ‘nuevos’ traficantes de esclavos. Unas penas que van en cadena y que vienen encorsetadas por un Código Penal que no tiene en cuenta las especificidades de unos delitos que se hacen fuertes en las fronteras. Los jueces echan mano de las armas con las que pueden operar, es más arriba en donde debe nacer la determinación de frenar unas prácticas que son indignas para cualquier ser humano y que, de esta forma, deberían ser entendidas por todos.