No es normal. En la reciente historia de la Guardia Civil no se conocen tantos casos continuados de guardias civiles de Ceuta y Melilla que estén siendo llamados a declarar en calidad de imputados.
A los ya conocidos en Ceuta por el 6-F, caso que se ha visto atrapado en una politización sin igual, se les une ocho agentes en Melilla y se presume que haya más por la práctica de devoluciones de subsaharianos a Marruecos.
La situación normal no es, por mucho que haya quienes quieran correr un tupido velo. Y la situación no se arregla con golpes en el pecho defendiendo lo mucho que uno quiere a la Guardia Civil. Tampoco sacando la bandera de España a pasear para convertir todo esto en un enfrentamiento al estilo de 'estás con los guardias o estás con los derechos humanos'. Ni mucho menos diciendo la ya manida frase del 'pongo las manos en el fuego...'. De tan usada y pisoteada ha perdido toda la efectividad que pudo llegar a tener.
Todos esos comportamientos ni ayudan a resolver el problema ni son válidos para los propios guardias civiles. Aquí se está ante una problemática, lamentablemente politizada, a la que nadie pone solución pero que, de momento, va a hacer desfilar en el próximo mes a 24 guardias civiles por los juzgados de Ceuta y Melilla.
A estas alturas, que el ministro de Interior diga que da la cara por los agentes suena ya a cachondeo. O que el director de la Guardia Civil, mantenido en su puesto contra viento y marea por un PP detrás de cuyas siglas esconde su prepotencia, se coloque el disfraz de defensor del Cuerpo cuando el mismo hace tiempo que le viene grande... a mí, cuando menos, me produce náuseas.
Las fronteras del sur de Europa, abandonadas, dejadas al control de un país que solo ha llorado para pedir un dinero cuya inversión no se sabe a ciencia cierta donde se encuentra, están quedando en evidencia ante el mundo entero. Y lo peor es que los agentes obligados a ejercer un control se están quedando solos, convertidos en peculiares peonzas que solo saben dar vueltas sobre una misma idea sin darse cuenta de que se están mareando y bajo la amenaza de caer en picado. ¿Dependen las fronteras de Europa de las decisiones de unos guardias? Está claro que no, pero por la dejación absoluta del PP y el PSOE en sus pasos por el Gobierno han permitido que hoy, los muros financiados por la UE (la misma que paga a Marruecos para que innove en la creación de campos de concentración con subsaharianos), estén quedando en evidencia dejando como paganos a los que, a estas alturas, ya ni saben qué órdenes deben seguir.
Ya pueden montar las concentraciones que quieran en la Plaza de los Reyes en apoyo por la Guardia Civil, que visto el panorama, a más de uno le deben entrar ganas de irse para su casa a esperar que los que mandan solucionen el problema.