A lo largo de la vida hay muchas ocasiones en las que el ser humano debe elegir entre dos actitudes completamente diferentes y la verdad es que no siempre acertamos; a veces por distracción y en otras muchas ocasiones porque tenemos una cierta predisposición hacia lo negativo, a dejar sin hacer o hacer mal lo que debió ser, siempre, una actitud diferente.
Las horas de cada día están llenas de ocasiones en las que tanto la mujer como el hombre han de saber ofrecer lo más hermoso que hay en el alma. Lo que ocurre es que por unas u otras causas le tenemos, cuando menos, adormecida. La vida nos pide estar despiertos, con plena sensibilidad; y hasta cuando se reposa la mente sigue despierta alimentándonos con los sueños.
Soñar es necesario, pero hay que desear que sean buenos los caminos que se nos abren. De no ser así la vida se rebajaría y hasta se degradaría. Cuando nos hablan de los proyectos para mejorar la situación de un país ello parece un conjunto de sueños y lo que es necesario pedir es que no haya falsedad en su génesis sino ilusión y confianza en que la evolución de los asuntos - en marcha y por crear - sea la que se ha pensado y hasta quizás en parte soñado. Es cierto que, al mismo tiempo, nos suelen presentar situaciones distintas –a veces contrapuestas– por parte de grupos distintos en su forma de pensar y de actuar, pero todo ser humano debe sopesar las cuestiones presentadas y tomar la decisión que estime como más adecuada.
Siempre se debe gratitud hacia quienes toman sobre sí mismos la dura carga de la responsabilidad de dirigir a los demás, aunque a veces habrá que decirles que se estén equivocando. Si gratitud es reconocer y agradecer la disposición a dirigir la búsqueda de las soluciones necesarias a nuestros problemas, también lo es el reclamar más atención o mejor orientación a lo que haya podido quedar olvidado o tal vez desviado de su verdadero camino. Gratitud es, también. el reconocimiento de que están velando por el buen hacer y por evitar las posibles caídas en el error. En definitiva, es una muestra natural de lo que en verdad se le pide a cada ser humano en su propia vida: hacer el bien y agradecer que, en su caso, nos corrijan.
Ahora se va acercando un año en el que habrá una gran carga de ofrecimientos, al mismo tiempo que se señalan los errores –ciertos o supuestos– de los contrarios. No es un tiempo cómodo y debemos prepararnos, todos, para sufrir el agobio de la presentación y defensa de los planes electorales y de posible gobierno, caso de ganar esas elecciones. Es un tiempo en el que, de forma especial, se debe tener en cuenta la verdad, porque ésta satisface al alma y toda persona la agradece cuando la contempla o la ejercita. La verdad siempre se agradece porque nos hace libres y la forma de agradecer esa actitud cierta ante la verdad es vivir con total sencillez y sin preocupaciones que puedan llegar de ese frente ruidoso del periodo electoral.