La idea de habilitar el Banco de España como futura sede judicial es, al menos, una alternativa a lo que tenemos hoy en día. Si bien lo ideal hubiera sido construir un auténtico edificio judicial, la salida más honrosa que ahora se propone puede servir para mejorar las pésimas infraestructuras con que cuenta hoy el sector.
Todavía deberá pasar un tiempo para que comprobemos qué se va a hacer y cómo, pero el paso dado supone que esta vez sí en algo vamos a mejorar.
Dicen que mirar hacia atrás no es bueno. Que hay que apostar por el presente y trabajar por el futuro, pero han sido tantas las burlas que la clase política ha hecho que no queda otra. La construcción del futuro Palacio de Justicia en los terrenos del Cine África constituyó en su día la mejor de las alternativas posibles. Acuérdense de cómo se llevó a sesión plenaria la expropiación de esos terrenos con tal fin. A sus legítimos dueños se los quitaron porque existía un bien mayor, que no era otro que el uso de ese solar para construir la ciudad de la justicia. Ustedes ya saben el resultado de la historia: nada se hizo. Entre unos y otros se comieron con papas el proyecto y nunca se pudo construir lo que debería haber sido ya una realidad para mejorar la calidad de vida de jueces, abogados, fiscales y funcionarios. Y por supuesto, también de los ciudadanos.
Ahí se perdió la mejor oportunidad que se ha tenido, se perdió el tren y nos quedamos buscando la forma de usar remiendos para hacer algo decente. Esa es la auténtica realidad del engaño que se cometió en su día y del que todos somos víctimas, porque si el sistema funciona bien, la atención al ciudadano será mejor.
Hoy, entrar en el Palacio de Justicia es como hacerlo en las catacumbas; pasearse por el Ceuta Center es confiar en que cuando lleguen las lluvias las goteras no convivirán con el quehacer diario de los funcionarios; visitar el Contencioso es rezar porque los olores esta vez puedan soportarse; guardar turno para que te atiendan en el Registro Civil en Maestranza es como regresar a las épocas antiguas de asistencia social... todos a la cola.
No quito méritos a la idea de darle un uso al Banco de España ni mucho menos. Creo que ha sido un acierto político, pero eso no debe evitar que se haga la reflexión sobre la incapacidad manifiesta que se ha tenido para cumplir con una demanda de peso.