La Ministra de Sanidad, Ana Mato, ha propuesto a las empresas emisoras de televisión que adelanten sus programas nocturnos -los de mayor audiencia-, al objeto de “facilitar la conciliación familiar”.
Les sugiere que emitan los telediarios nocturnos alrededor de las veinte horas, y que los programas ·estrella·, que son los que se ponen después en pantalla, acaben a las once de la noche,
Los españoles nos estamos pareciendo a los demás europeos por lo que se refiere a la hora de madrugar, pero no en lo que respecta a las de cenar y acostarse. Somos trasnochadores, Sucede, sin embargo, que aquí, aparte de mantenerse la hora de adelanto que decretó el gobierno de Franco en 1940, desde que empieza la primavera hasta ya entrado el otoño se le suma otra hora más, dicen que para igualarnos al horario europeo y para ahorrar energía.
¿Horario europeo? Portugal, que yo sepa, es también Europa, pero siempre mantiene una hora menos que la de España. Aquí se da la paradoja de que en muchos lugares de nuestra geografía los rayos del sol de verano lucen -y calientan- hasta, aproximadamente, las diez y media de lo que tenía que ser la noche. Díganlo, si no, los onubenses, pues la provincia de Huelva -pese a la opinión popular, influenciada por la forma que tenemos de presentar nuestro mapa- es el punto más occidental del territorio peninsular español, y no La Coruña
Millones de hogares carecen en nuestra Patria de aire acondicionado, y en verano, el sol ha recalentado esas casas de tal modo que resulta muy difícil dormir en ellas, pues su temperatura, al llegar la noche, supera con creces el umbral del sueño. Y es que las doce oficiales de la noche no son, en realidad, más que las diez en nuestro meridiano.
Sé que existe un movimiento asociativo (la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que puede contar con mi apoyo más entusiasta) cuyo objetivo es propugnar la supresión de la hora de más impuesta desde 1940, con la que nos equipararíamos a Portugal en cuanto al llamado horario de verano. O se quita esa hora, o no se impone la segunda, pero el sistema actual resulta, a mi juicio y al de la citada Comisión, realmente disparatado, ¿Cómo podemos tener la misma hora que, por ejemplo, Alemania? Allí, en verano, el sol se pone siendo aproximadamente las ocho de la tarde, mientras que aquí, en una zona más calurosa, pasan las diez y sigue brillando.
Sinceramente, no creo que la cuestión se solucione adelantando los telediarios y los programas de mayor audiencia, sino suprimiendo, de un plumazo, la hora de más que rige desde los años 40 del siglo XX. Basta con volver al huso horario de Greenwich. Porque ahora, si en Alemania se levantan a las seis, ya ha amanecido, mientras que si aquí lo hacemos a las siete (en realidad, las cinco, hora solar) es todavía noche cerrada..
Incluso una respetable Sociedad de Psiquiatría, cuyos miembros saben bien de lo que hablan, ha mostrado su oposición al cambio de hora, que influye negativamente en la mente y en el rendimiento de muchísimas personas.
Resulta, además, que el argumento del ahorro energético es más que discutible, pues cálculos ponderados vienen a certificar que tal ahorro es, en la práctica, inexistente.
El mejor remedio para conciliar la vida familiar sería ajustar de una vez la hora de España a su verdadero huso horario, sin necesidad de modificar los de la televisión.