La inmigración que llegó a Europa procedente de Ceuta y Melilla supuso un 4%. Los datos conocidos ayer son oficiales, por lo tanto son igual de válidos que otros manejados, difundidos y explotados hasta la saciedad por el Ministerio de Interior. La diferencia entre los primeros y los segundos radica en un palabra clave: alarmismo.
Interior ha jugado sus cartas en esto de la inmigración elevando a cuestión de Estado lo que está sucediendo en las fronteras. Desplazó a su ministro, abrió debates proponiendo reformas que rozaban la legalidad y activó su maquinaria a todos los niveles. El Gobierno ha hecho su papel mientras la realidad le temblaba en las manos: ¿cómo es que viéndonos asediados por África no se movilizó al Ejército?, ¿cómo se vende un aumento de la UIP que es retirado a los días?, ¿a qué se debe que se creyera únicamente los informes afines del Centro Nacional de Inteligencia obviándose otros contradictorios?
No dejes que la realidad te estropee un buen titular, pensaría el Ministerio de Interior, que no dudó incluso en ordenar ceses escandalosos basados en mentiras e indecentemente filtrados a sus medios afines como hizo con el responsable de Fronteras en Ceuta. Medida incapaz de ejecutar con el director general de la Guardia Civil que ya parece manejar a su antojo a asociaciones del peso de AUGC, vergonzoso.
Europa siempre ha tenido en el olvido sus fronteras. Algo condenable de igual forma que lo es la dejación de Gobiernos populares y socialistas que avalaron obras desastrosas manejando presupuestos millonarios. Ahora se trata de pedir dinero para blindar los pasos que se han chupado cuantiosas partidas. ¿Nadie va a preguntar por la gestión de esos fondos?
Mejor no. Más fácil es explotar el discurso del miedo y manejar la realidad bien moldeada. Hay también otras cifras, otros porcentajes que deben tenerse en cuenta y que tienen el mismo valor. 4%.