El presidente del Gobierno con sus discursos y los diputados de su partido con sus aplausos frenéticos han convertido este debate sobre el estado de la nación en el relato de una realidad española que no tiene nada que ver con la realidad misma de nuestro país. Se han superado a sí mismos en esa operación y han batido todos los récords imaginables. Podía Rajoy haber sido un poco más cuidadoso sobre la percepción que el pueblo español iba a tener de sus intervenciones, pero se ve que se ha dejado llevar por un injustificado y quizá falso entusiasmo, pues creo que es un hombre inteligente como para entusiasmarse de verdad con un relato falso, con un cuento chino que toma a los españoles como los tontos del barrio. Rajoy y los suyos, contra la realidad que reflejan todos los datos verdaderos y una simple observación de todo lo que nos rodea. Y el colmo es esa actitud retadora y descalificadora hacia la oposición, a la que culpa de todos los males de España. Y esa caricatura de que se encontró con una España desastrosa que a los dos años ha convertido casi en un paraíso.
Caricatura de la situación económica y social, de los problemas de la inmigración, de la realidad del aborto, del final de ETA, de la corrupción, del secesionismo catalán, de todo lo que ha tocado. Con estos vectores es quimérico esperar una recuperación del drama económico y social de España y de sus grandes problemas políticos mencionados. Es inútil. Un debate así no sirve para nada. Las elecciones europeas de mayo van a ser la oportunidad para convertirse en un punto de inflexión de cara a nuestro inmediato futuro y un gran condicionante de la evolución política de los próximos años. Le han dicho al presidente del Gobierno que la crisis económica para ellos ha sido la gran coartada para hacer lo que siempre habían ambicionado: quebrar el Estado del Bienestar, rasgar en jirones algunas libertades básicas y alejar a España de las cotas igualitarias que se habían conseguido. Y le han dicho que eso durará hasta el minuto en que pierda las elecciones generales, en cuyo camino está. Pues eso.