En 2014 sigue siendo necesario hablar y reivindicar el papel de las mujeres en la construcción de una sociedad desarrollada. Es imprescindible tratar la desigualdad que sigue existiendo entre hombres y mujeres en muchas esferas, al igual que ocurre con respecto a otras desigualdades. Respecto a ello, muchas personas dan una opinión, de las denominadas políticamente correctas, simplemente por quedar bien, por temor a las críticas que puedan tener o por evitar confrontar opiniones.
A muchas (personas) les resulta sencillo y habitual subestimar el trabajo y la opinión de una mujer porque las consideran inferiores, aunque luego sean esas mujeres, las que relegadas a estar detrás, y no al lado, les sacan las castañas del fuego en innumerables ocasiones.
Da igual la edad que se tenga, da igual la raza, da igual el origen cultural, y da igual la ideología política: TODAS, en algún momento de la vida, o en varios, hemos vivido alguna situación “diferente” y normalmente desagradable por el hecho de no ser hombre.
Sin ningún ánimo de victimismo, hay que reconocer la realidad. Con compañeros, con amigos, con familiares, con extraños, todas tenemos alguna anécdota de algún comentario, inocente o malintencionado, que nos sentó como una bofetada.
A ello hay que añadir que la sociedad se empeña (a través de la publicidad, de algunas películas, de las modas, de las mentalidades machistas, etcétera) en presentar a las mujeres como un simple objeto o florero y poniéndonos limitaciones, implícitas o explícitas, del que debe ser nuestro “territorio”.
Y en cuanto lo rebasas, o lo intentas, eres consciente del pie que cojea cada cual.
Los años pasan y los avances tardan en producirse, por eso, sigue siendo necesario que, de vez en cuando, recordemos que la desigualdad real entre ellos y nosotras sigue existiendo y nos sigue perjudicando, igual que siguen existiendo muchas batallas por las que luchar (igualdad salarial, verdadera conciliación laboral y familiar, igualdad en la toma de decisiones, mismas responsabilidades…)
En el día a día, las mujeres seguimos sintiéndonos solas en muchos ámbitos: cuando se nos paga menos por realizar el mismo trabajo (ya que en nuestro país existe una brecha salarial o diferencia entre lo que cobran hombres y mujeres superior al 20%), cuando en las entrevistas de trabajo se nos pregunta cómo pensamos compatibilizar las obligaciones familiares como cuidadoras y las obligaciones en las empresas (cosa que a los compañeros nunca se les suele preguntar), cuando se cuestionan las ideas o se discute el trabajo, y en definitiva, como alguien dijo alguna vez, cuando tenemos que trabajar el doble que los hombres para llegar sólo la mitad de lejos.
Y si hay algo desagradable es sentir o presenciar las críticas sin motivo de unas mujeres a otras, la mayoría de las veces manipuladas por otras personas o por sus propios límites subconscientes. Supongo que pocas cosas causan más regocijo a alguien con una mentalidad machista que esas situaciones. Y mientras sigan perpetuándose en el tiempo, el avance no será más que una utopía.No queremos palmaditas en la espalda ni que se nos vea como pobrecitas mártires, simplemente, reivindicamos nuestro sitio en el mundo en igualdad de condiciones. Como dijo una mujer: “Una historia sin la mitad del género humano es menos que media historia, pues sin las mujeres esa historia no haría justicia ni siquiera a los hombres. Y viceversa”