Los organizadores de la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos de 2020 han propiciado un cataclismo como el que estamos viviendo, sin haber atisbado ni por lo más remoto lo que sucedería en el caso de que ocurriera lo que al final ha ocurrido. Cuando digo organizadores lo hago en el más amplio sentido, que incluye también al poder político que había impulsado y apoyado la candidatura con todo el entusiasmo y el cúmulo de intereses de todo tipo que todos conocemos. En la mente de la mayoría de ellos lucía en los últimos tiempos la ilusión de que una victoria en Buenos Aires supondría algo más que un balón de oxígeno para el Gobierno y el partido de Rajoy frente a su situación límite en los agudos problemas de la crisis económica, el paro alucinante, el asalto soberanista en Cataluña y especialmente el desastre terrorífico de la corrupción inacabable e inabarcable que azota y consume al PP. El colmo es que el único aspecto positivo, en opinión muy extendida, es que solamente el Príncipe de Asturias se salvaría del desastre, por su positiva actuación, opinión que creo puedo compartir.
Aunque se lo merezcan, que se lo merecen, no disfruto nada con el espectáculo de ridículo nacional e incluso internacional que se ha abatido sobre los agentes del evento y de modo muy especial sobre la alcaldesa Ana Botella. En cuanto que pase el turbión, es claro que las consecuencias políticas y de toda índole han de aparecer en el escenario, por mucho que ahora se nos diga que la culpa es de otros, parte de la cual no niego que pueda ser pero de ningún modo en las dimensiones que proclaman los ultras y sus medios de comunicación afines. Es muy ridículo ese coro de voces desaforadas y estúpidas que tratan de salvar a los de aquí y de condenar al fuego eterno a los de fuera y al COI. No sé qué dirían si el juez Ruz por fin cita como testigo del caso Bárcenas a Mariano Rajoy, o si la alcaldesa de pronto dimite o si se desencadena algún otro acontecimiento de los que están encima de la mesa. Vamos a esperar un poquito. Yo les pediría a todos calma y buen sentido.