Hace 58 años que murió Einstein, y su visión ética del mundo sigue estando de plena actualidad. Muchos lo recuerdan por su revolucionaria teoría de la relatividad, que formuló en 1905. Sin embargo, no es tan conocido su pensamiento humanista y su lucha a favor del pacifismo y la libertad de los individuos. Al menos no se le ha dado tanta difusión.
Coincidiendo con la publicación en las páginas veraniegas de un diario nacional de las bondades de Ulm, ciudad natal de Einstein, como “campamento base de un agradable verano al sur de Alemania”, acabo de leer un pequeño libro dedicado a la visión del mundo de Einstein. En sus poco más de 200 páginas se concentra gran parte del pensamiento de este gran genio del siglo XX. Y además, recoge algunas de sus conferencias magistrales. Aquellas que sirvieron para poner orden en las más importantes preocupaciones de los científicos de su época. La sencillez y claridad de sus exposiciones, mezclada con la profundidad y solidez de sus teorías, me ha fascinado.
La sencillez del sabio. “Mi ideal político es la democracia. El individuo debe ser respetado en tanto persona. Nadie debería recibir un culto idolátrico. (Siempre me pareció una ironía del destino el haber suscitado tanta admiración y respeto inmerecidos. Comprendo que surgen del afán por comprender el par de conceptos que encontré, con mis escasas fuerzas, al cabo de trabajos incesantes. Pero es un afán que muchos no podrán colmar).
Bueno y malo. “En principio es correcto afirmar que debemos otorgar nuestro mayor amor a quienes más hayan contribuido a la significación del individuo y de la vida humana…Por eso, la mejor manera de servir a los hombres consiste en darles ocupaciones dignas y, de tal modo, dignificarlos indirectamente. Eso es válido en primer lugar para los artistas, pero en segundo también para los investigadores”.
La economía de libre mercado. “Pero no será la economía de libre mercado la que resuelva automáticamente lo más difícil. Hará falta una legislación que establezca normas de repartición del trabajo y de los bienes de consumo, sin las cuales la población de los países más ricos se asfixiaría. Pues está claro que el progreso de la técnica ha hecho disminuir la demanda de trabajadores, y que no será el libre juego de las fuerzas el que solucione los problemas sino una adecuada legislación. De ésta dependerá el que el progreso de la técnica beneficie a todos por igual”.
Sobre la crisis económica mundial. “Si algo puede animar al lego en materia económica a reunir el valor necesario para dar su opinión sobre la esencia de las dificultades angustiosas del presente, es el descorazonante caos que se advierte en las opiniones de los expertos…Por lo que puedo ver, esta crisis no se parece a las anteriores; surge de hechos totalmente nuevos, que a su vez emanan del progreso velocísimo alcanzado por los medios de producción. En una economía de libre mercado ello conduce obligadamente a un incremento del paro obrero”.
Para la abolición del peligro de guerra. “Pero en tanto las naciones no se convenzan, mientras no rechacen la guerra con acciones comunes y resuelvan sus conflictos y defiendan sus intereses con disposiciones pacíficas basadas en las leyes, se creerán obligadas a prepararse para la guerra…Este camino lleva obligatoriamente a la guerra, lo cual, en las condiciones actuales, significa la destrucción de la humanidad”.
Para humillación del hombre científico. “Con esto vemos el trágico destino que espera al hombre científico. Llevado por la búsqueda de la claridad e independencia interiores, ha logrado mediante esfuerzos sobrehumanos, los medios para su esclavización exterior y su aniquilamiento interior…Ve con claridad que el hecho, producto de la historia, de que los estados nacionales se hayan convertido en representantes del poder económico, político y por tanto también del militar, llevará a la destrucción de todos….Si los hombres científicos de nuestra época encontraran tiempo y valor para sopesar tranquila y críticamente su situación y sus deberes, las esperanzas de resolver favorable y razonablemente la peligrosa situación internacional, aumentarían en gran proporción”.
Parte de sus reflexiones, aquí expuestas, lo dicen todo de este gran hombre. Si sólo aprendiéramos un poco de sus enseñanzas, la vida sería más amable para todos.