¿Realmente qué es un imputado o imputada? ¿Se trata de que te coloquen frente a un juez, un fiscal y los doce pares de Francia, y todos ellos te frían a preguntas? Dicho así, tiene parecido a las antiguas reválidas, esas que, por cojones, ha impuesto el nefasto Wert, que para mayor cinismo lo justifica diciendo que es la voluntad popular. ¡Hijo de la gran...!
La verdad es que -volviendo a lo que iniciábamos- cuando el sanedrín de la Justicia se coloca la boatiné negra y se cubre con la chichonera haciendo juego; y te miran y requetemiran en silencio, la cosa impone. Y porque debe ser así, nadie quiere pasar por ese mal trago. A la infanta se lo están evitando; y lo argumentan, como el que no quiere la cosa, diciendo que ella estaba tan ocupada con sus funciones de princesa, que no podía imaginar la longitud de la manga de su marido, el “Empalmado”, deportista que fue y que ya, desde entonces, según se ha dicho, se caracterizaba por tener tres piernas (entiéndase como se quiera), a las que, evidentemente, ha sacado buen provecho. En resumen, como este tema ya “harta”, que doña Cristina estaba a la luna de Valencia, como tonta enamorada y que, por ese amor, lo que le ponían por delante, lo firmaba ... Por cierto, que Valencia (la de Rita y el de los trajes) fue una de las ciudades que participó en llenarles la hucha a los Urdangarín.
La mala es la otra, la que viste de gótica, la mujer del mangante Diego Torres, el listo. Ésta, por el contrario, sí que está imputada, ya que en las empresas su protagonismo era de contable. Ana María asegura que su comadre, la borbónica, era la que ostentaba cargos, ella no. En consecuencia, exige un tratamiento idéntico al de la Infanta (ya lo exigió la Pantoja), esgrimiendo los mismos motivos por los que han dejado fuera de la causa a la hija del Rey.
Ahora vienen las Santas, esas que el Ayuntamiento de Sevilla, ha colgado en las paredes del antiguo convento de Santa Clara, exposición zurbaranesca, donde te exigen pagar para verla y que, como escribe Antonio Burgos, es tal mamarrachada que se recomienda a la gente que ni se acerquen por allí.
Santa Clara (ya lo escribí cuando se inauguró como espacio cultural) esta desacralizado. A la anterior concejala de Cultura, al interesarme por las monjas que habían estado allí, me respondió: “Están repartidas, aunque todas cabían en un taxi y sobraba sitio”. Así están los conventos españoles: vacíos y cayéndose. Como sabe todo el mundo, las clarisas que ocuparon este lugar, como sus hermanas, sobreviven gracias a los huevos que les llevan las novias para que no llueva el día de la boda.
Pues bien, en este convento, no del todo rehabilitado, los del PP, ahora propietarios del ayuntamiento, como antes lo fueron los socialistas, han traído las santas de Francisco de Zurbarán, enfrentando los lienzos con una serie de maniquíes vestidos a la manera de cómo lo hizo el artista, aunque las telas las han colocado cuatro o cinco modistos actuales. Pinacoteca versus Boutique de pijas.
Hacer tal muestra de arte comparativo tiene su respuesta a diario en la bronca de los críticos. Durará hasta julio. Hasta entonces, encontraremos las santas y sus postizas, anunciadas por todo Sevilla: banderolas, affiches, tranvías.... Los del ayuntamiento creyeron que en este horrendo acontecimiento, toda Europa iba a venir a Sevilla. Fletarían cruceros, aviones... hoteles y restaurantes pondrían lo de “ocupado”. Un auténtico fiasco. Lo fue ya el día de su inauguración, cuando Eva la Hierbabuena montó un espectáculo del que se avergüenza.
Pues bien, toda esta eclosión cultural para loor y gloria del PP de Sevilla ha costado a las arcas municipales nada menos que medio millón de euros. De ahí que mi amigo Antonio Burgos exclame: “¿Santas? ¡qué santas ni santas!. Los santos somos nosotros que nos brean a impuestos para estas tonterías y no passa nada”. Esta vez, como otras, acertó el periodista. En plena crisis y con otras urgencias, ningún ayuntamiento debe jugar al despilfarro. Saquen conclusiones nuestros políticos locales, organizadores de eventos (¡horrible palabra!) y reflexionen lo que vayan a hacer, rememorando la conquista portuguesa. Espero que el cronograma de actos no lleve emparejado cortes de cabezas, como debió suceder entonces. Por lo pronto, explíquese antes que nada a los escolares, qué fue lo que sucedía entonces para que aquellos lusitanos llegasen hasta San Amaro, y no, por cierto, cantando fados. A Zurbarán, de pintor magistral en el tratamiento del ropaje, los políticos lo han convertido en escaparatista de Zara o del Corte Inglés. Y todo porque su padre fue vendedor de telas.
La ignorancia es peligrosa, pero estar gobernados por políticos ignorantes es ¡peligrosísimo!.