Así comenzaba el relato de las hazañas del Capitán legionario Moncho Escapa, ascendido a Capitán por méritos de guerra. Con motivo de la explosión de una mina en el Hospital Clínico (Ciudad Universitaria), el día 13 de enero último, ese oficial que se encontraba en funciones de ayudante, fue herido en la boca al derrumbarse aquel edificio, negándose a ser evacuado.
Por el contrario, reunió a la fuerza que se encontraba fuera del edificio y constituyó con ella un pequeño escalón de reserva y marchó seguidamente a tomar el mando de su Sección en la 16ª Compañía, ocupando las ruinas de otra mina que explotó un mes antes y con su decisión y valor consiguió rechazar al enemigo que se disponía al asalto aprovechando la confusión que suponía había producido la explosión inesperada, marchando seguidamente a reforzar otros puntos más peligrosos que el suyo.
Es un oficial de inmejorables condiciones, de sereno valor y de gran espíritu, que le hace buscar los puestos de mayor peligro. Su actuación ha sido brillantísima durante toda la campaña; fue citado varias veces en la orden de la Legión y en la de la columna del Coronel Asensio, a la que pertenecía su Bandera.
Le fue concedida por sus méritos su primera Medalla Militar por Orden Circular de 11 de agosto de 1937. Está también propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando.
SEGUNDA MEDALLA MILITAR
“Este oficial de conducta abnegada, de incansable actividad y de gran espíritu militar, que le impedía constantemente a solicitar los puestos de mayor peligro, se encontraba guarneciendo la Capilla del Asilo de Santa Cristina, el día 17 de enero de 1937, al mando de una Sección de la 16ª Compañía de La Legión, cuando se produjo una doble voladura de minas puestas por las fuerzas contrarias en el Hospital Clínico (Ciudad Universitaria).
En el acto, acudió en socorro de los defensores de éste, haciéndolo bajo intenso fuego de cañón, mortero y armas automáticas y teniendo que llegar a la lucha cuerpo a cuerpo hasta conseguir desalojar al enemigo que había ocupado las ruinas que dichas voladuras les produjeron.
El enemigo intensificó el bombardeo contra las mismas y con gran superioridad de medios, lanzó furiosos contraataques para tratar de recuperarlas.
El Alférez Moncho, no obstante, al estar herido de consideración, organizó la defensa, elevó los ánimos a los defensores y enardeciendo con su elevado ejemplo y la palabra a sus legionarios, rechazó a sus oponentes y se sostuvo en la posición, a pesar de haber perdido más del 50% de sus hombres, hasta que un nuevo balazo le abatió definitivamente, pero no sin que él continuase animando a su gente hasta morir, siendo las últimas palabras que pudo pronunciar de vítores a España y a La Legión”.
Nuestro respeto y agradecimiento y recuerdos para todos los hombres y mujeres que tan heroicamente supieron morir por su Patria y el bienestar de todos los españoles.