El lunes atracaron a un hombre en las inmediaciones de la frontera del Tarajal en presencia de un numeroso grupo de personas sin que fueran capaces de socorrerlo o alertar a los guardias civiles que prestan servicio a unos cincuenta metros del lugar. Fue agredido con un estilete por varios delincuentes de forma cruel y violenta. La víctima era un guardia civil, pero con anterioridad han sido agredidos otros ciudadanos. Usted puede ser el siguiente.
Vivimos en una ciudad donde el miedo y el silencio se han empotrado en la genética de todos los que vivimos aquí. Somos incapaces de prestar auxilio, el más mínimo auxilio, como decía, porque tenemos miedo a lo que nos puede suceder después. Es una forma de auto protección que al final nos pasa factura.
Resulta paradójico que en una ciudad con el mayor ratio de policías y guardias civiles estemos a la cabeza de inseguridad ciudadana y de ineficacia para acabar con estos delincuentes violentos. Nos quieren vender la burra de que todo está controlado, pero los resultados no son los esperados y algo falla. ¿Qué falla?
Somos muy eficaces en denuncias de tráfico y denuncias a la Ley de Seguridad Ciudadana, pero nos estancamos en parámetros tan importantes como la investigación de robos con violencia y con fuerza en las cosas. Tampoco se puede decir que las investigaciones por narcotráfico tengan un buen resultado, porque las detenciones que se realizan en el puerto son el resultado de un trabajo muy profesional de los compañeros que realizan los servicios en el embarque de personas y vehículos. Esta es la realidad.
Existen tres cuerpos para garantizar la seguridad ciudadana. Uno se pregunta: ¿tres cuerpos coordinados y desplegados de forma coherente para cubrir todas las zonas de la ciudad? Uno sigue preguntándose: ¿pueden llegar a concentrarse varias patrullas descoordinadas de distintos cuerpos vigilando un mismo lugar? Y rizamos el rizo: ¿está más vigilado el centro que los barrios? Seguimos con las cuestiones: ¿las centrales de los tres cuerpos (091, 062, 092, los COS) conocen el despliegue de todas las patrullas para que no coincidan? Vamos a más: ¿cuántos policías, guardias civiles o policías locales hay en el centro a las diez de la mañana de un día cualquiera y cuántos en el Príncipe Alfonso, los Rosales, Príncipe Felipe o Zurrón? ¿Cuántos delitos se cometen en el centro y cuántos en las barriadas?
AUGC no es una asociación cómoda para los que gustan de acallar las críticas o adormilar la conciencia ciudadana. Somos una organización con vocación de servicio y creemos que Ceuta pasa un mal momento en materia de seguridad. Se puede maquillar la realidad; callarse y esperar a que empeore, o dar tiempo al tiempo por si mejora, pero los problemas se solucionan cuando somos conscientes de que son verdaderos problemas.
No creo que a nadie se le ocurra pasearse de noche por la barriada Príncipe Alfonso, creo que ni a los propios vecinos. Sin embargo, una cosa es lo que uno cree y otra es la realidad, porque como todo el mundo sabe, nuestro delegado del gobierno pasea sin sensación de inseguridad. Será cuestión de buenas vibraciones o sensaciones.
Desconozco si en las Juntas de Seguridad se discutirá de coordinación y despliegue de las fuerzas, porque los sindicatos y las asociaciones profesionales no participamos para aportar nuestras opiniones, pero Ceuta necesita un cambio en la planificación para que podamos pasear sin miedo. Podrían empezar respondiendo algunas de nuestras preguntas.
Las estadísticas hablan de delitos conocidos y resueltos, son palitos para la galería. Dicen que se denuncia un tercio de los delitos que se cometen, porque los robos de monederos de ancianas, pequeños hurtos, incluso los robos con violencia donde no se sufren daños o grandes pérdidas no están siendo denunciados por miedo.
Los delincuentes salen en libertad o son condenados a penas leves y después te encuentras con ellos en el barrio. Esa es la realidad. Eso es lo que nos dicen los medios de comunicación, los vecinos del barrio, los compañeros de trabajo o nuestros hijos cuando vuelven a casa sin el móvil. ¡Papá, para qué vamos a denunciar!