Allá por el siglo IV, San Juan Crisóstomo decía en uno de sus libros: “Traza suele ser del maligno mezclar siempre el error con la verdad, coloreándolo muy bien con apariencia de ella a fin de engañar fácilmente a los ingenuos”. Cuatro siglos más tarde, San Beda el Venerable escribió: “Perverso maestro es el diablo, que mezcla muchas veces lo falso con lo verdadero para encubrir el engaño con apariencia de verdad”.Ambos santos están declarados Doctores de la Iglesia, esa reducida categoría a la que últimamente se ha incorporado San Juan de Ávila.
Ya no será posible saber si los dps coincidieron en ese pensamiento o si, por el contrario, S. Beda conocía lo escrito mucho antes por S. Juan Crisóstomo (apelativo que significa “boca de oro”). Lo cierto es que, en el presente siglo, alguien ha escrito también que la mezcla de mentiras con la verdad trabaja del mismo modo que el veneno para las ratas, en el que se incluye una mínima dosis de sustancia mortífera junto a una gran cantidad de simple pienso. Solo se necesita una porción extremadamente pequeña de falsedad para contaminar cualquier creencia, de manera que usando pequeñas dosis el diablo puede hacer muy apetitosas sus mentiras.
Lo cierto es que, a estas alturas, nadie –salvo sus protagonistas- puede afirmar que es lo que hay de cierto o de falso en el caso de las supuestas listas atribuidas al exTesorero del PP, Bárcenas, sobre entregas de cantidades “extras” a dirigentes del partido. Se han publicado unas discutidas listas atribuidas en principio al propio Bárcenas, que niega ser su autor, añadiendo además que no ha existido tal contabilidad “B”. El propio Rajoy –al que conozco y en cuya honradez confío- ha afirmado que todo “es falso, salvo alguna cosa”, refiriéndose sin duda a esa partida abonada a Pío García Escudero en calidad de préstamo, para que pudiera reconstruir su casa, destrozada por un atentado terrorista, y a algunas otras para atenciones similares, que figuran asimismo debidamente recogidas en la contabilidad presentada ante el Tribunal de Cuentas.
Por el lado contrario, el exDiputado Trías, amigo de Garzón, dice que tal práctica existía, y que el propio Bárcenas le mostró las listas. Para “El País” y para los partidos actualmente en la oposición, se trata de una verdad incontrovertible, hasta el punto de que Rubalcaba se ha lanzado abiertamente a pedir la dimisión de Rajoy, mientras que desde IU se clama por la disolución de las Cortes y un inmediato adelanto electoral. Al mismo tiempo, en ese río revuelto vuelven a pescar a su gusto los “indignados”, los antisistema y demás amigos de las algaradas varias y de las concentraciones ante las sedes del PP, hábilmente manejados por quienes tratan de ganar en la calle lo que perdieron en las urnas. Para todos ellos, las famosas listas van a misa, aunque ya se haya demostrado que algunas de las partidas que contienen están perfectamente legalizadas y no tendrían razón alguna por la que figurar en una contabilidad “B”. Y, lo que aún es peor, la opinión pública, enfrentada a “los políticos”, se muestra mayoritariamente inclinada, al menos en apariencia, a creer que las listas responden a la realidad.
El Fiscal General del Estado, Torres Dulce, dando una prueba de independencia insólita si recordamos a los que ocuparon dicho cargo por nombramiento de gobiernos socialistas, ha puesto en marcha la maquinaria de la Justicia, encargando a la Fiscalía anticorrupción que investigue el caso. Se han llevado ya a cabo los primeros interrogatorios, y se espera el resultado de la prueba caligráfica, por la que se determinará si tales listas (conocidas solamente por fotocopias) están o no escritas a lo largo del tiempo o de un tirón, y si su autor es o no Bárcenas, aclarando así algo que, hasta ahora, está siendo objeto de controversia entre expertos grafólogos.
Poco a poco se irá sabiendo dónde está la verdad y dónde la mentira, y conoceremos hasta que punto haya podido intervenir el maligno, es decir, el diablo, en este más que desagradable asunto, cuyas repercusiones internacionales en nada favorecen a nuestra Nación.