RESUMEN DE LO PUBLICADO: Adolfo Estrada, periodista del diario El Globo viaja de Madrid a Málaga en el AVE para dirigirse posteriormente a Ceuta. Conoce en el vagón a un inglés llamado Stephen Sullivan (Steve) que también tiene el mismo destino porque es profesor en la Universidad Winston Churchill de la ciudad africana. Durante la conversación Steve informa al español que el Dictador Primo de Rivera cambió Ceuta por Gibraltar en 1930, setenta años antes. El inglés cuenta al periodista cómo es la vida en la ciudad africana y éste, confundido por todo aquello, pregunta sobre cómo se desenvuelve la economía de Ceuta. El AVE no se dirige a Málaga, sino a Algeciras. Adolfo no entiende qué está pasando.
•Adolfo, ya veo que quieres saber de qué vive Ceuta –el inglés hablaba despacio, como si estuviera dando una clase en la universidad- Es sabido que Ceuta sigue siendo un territorio franco, así lo heredamos de España y un paraíso fiscal como aportación del origen gibraltareño. Existe, por tanto, un sistema bancario muy fluido, libre, garantizado por Gran Bretaña y completamente opaco. El puerto, bastante ampliado en estos 70 años, está abierto al tráfico y libre aprovisionamiento de todo tipo de mercancías o combustibles y como verás, gracias a los terrenos ganados al mar, se ha convertido en una base para contendores de gran importancia. Y fíjate, Adolfo- ahora Steve puso un gesto que al español le pareció de orgullo- que en este momento Ceuta es el principal puerto de importaciones y exportaciones de Marruecos, gracias a acuerdos a que se llegó con Tánger. Los trámites aduaneros son sencillos y rápidos y en Marruecos la Unión Europea financió una red de comunicaciones modernas que potencia el destino Ceuta.
•Pero Steve – el español ante ese despliegue quería encontrar algo negativo- siempre hay problemas por la llegada de submarinos nucleares- Adolfo seguía leyendo cosas en su viejo bloc para sorprender al inglés-. ¿Es que hay una base naval en el puerto?.
•Si, naturalmente- contestó Steve. A continuación del llamado muelle de Poniente, se construyó una zona militar, donde está la base naval con su helipuerto propio y una factoría para reparaciones de buques. Los submarinos nucleares británicos o americanos llegan con frecuencia y solo se detectan algunos, porque entran de noche y atracan en una zona especial cubierta de vistas. Lo cierto es que no representan un peligro para nadie porque son seguros, pero los ecologistas de Algeciras y Tánger ponen el grito en el cielo cada vez que localizan alguno.
•¿Y el comercio es atractivo? –preguntó Adolfo sabiendo que la respuesta tenía que ser positiva.
•Si, el comercio es otro de los puntales de la economía de Ceuta. Ya podrás ver que las tiendas se suceden a lo largo del mainstreet y calles adyacentes con una amplia oferta de productos de todo el mundo. Y esos mismos artículos se venden a Marruecos, unas veces legalmente y otras lo que ellos llaman de contrabando, porque los marroquíes pasan las cosas sin declarar para ahorrarse los pocos aranceles que existen y, sobre todo el iva que allí es muy elevado.
Steve se extendió en detalles sobre la Aduana ceutí a un lado y la marroquí al otro, donde se amontonaban camiones para el despacho, unos para transportar mercancías hacia el sur y otros para abastecer a Ceuta o embarcar en los ferrys hacia España y otros países europeos. Adolfo, aparte de que la grabación era cada vez era más extensa, no paraba de tomar notas, como pretendiendo captar los matices de la conversación.
De pronto, una voz a través de los altavoces del vagón anunció que se estaban aproximando a Algeciras y, tanto Steve como Adolfo, comenzaron a recoger sus pertenencias para poder bajar lo antes posible.
•¿En qué hotel vas a estar, Adolfo? –preguntó Steve
•En el Hotel Hacho –contestó el español sabiendo que era el mejor de Ceuta.
•Magnífica elección –sentenció Steve- está instalado en una antigua fortaleza que se cedió a la iniciativa privada en 1950 y allí no solo está ese hotel, sino que hay una serie de antiguas instalaciones militares que se pueden visitar. Además, en ese lugar estuvo un antiguo presidio que tiene su atractivo para los turistas.
•Me han dicho que está lejos del centro de la ciudad –afirmó Adolfo con la intención de recibir respuestas y soluciones.
•No debes preocuparte por eso –contestó el inglés- cada 20 minutos sale un autobús desde el hotel que te deja en la iglesia de la Virgen de África a la que también llamamos King´s Chapel y desde allí puedes moverte con facilidad por el centro. Además, los taxis son buenos y baratos.
El tren se había detenido y los viajeros comenzaron a bajar sus equipajes avanzando por una moderna estación de ferrocarril de estilo vanguardista y recientemente construida donde, al salir del andén, los movimientos de viajeros y equipajes se realizaban por modernas cintas transportadoras. En la estación, siempre siguiendo a Steve, atravesaron por tiendas y cafeterías hasta que subieron a un microbús de la Autoridad Portuaria de Algeciras que conducía a los viajeros gratuitamente hasta los muelles. Allí, personal de la compañía marítima colocó los equipajes sobre otra cinta transportadora que subió las maletas a bordo y, de paso, se realizaba el control para que no hubiera explosivos u otros artículos prohibidos.
Steve sacó dos tickets en una máquina dispensadora en la que introdujo su número de pasaporte y el documento nacional de identidad de Adolfo. Enseguida salió un comprobante con el que entraron en el barco sin más trámites que pasar por un arco de seguridad. El periodista pagó a Steve la cantidad que llevaba impresa el billete que eran concretamente 10 euros.
El buque tenía pabellón británico y sobre la proa lucía el nombre de City of Ceuta. Una vez que les sirvieron una elegante taza de café en el bar, se instalaron en las cómodas butacas y el español preguntó enseguida a Steve como es que el viaje tenía un precio tan razonable.
• Para una ciudad aislada, la necesidad de contar con barcos rápidos, frecuentes y baratos es básica. Por eso, el gobierno de Ceuta inició en 1958 una campaña para asegurar la libre competencia en el Estrecho. Fue una tarea difícil para la que se contrataron los más prestigiosos despachos de abogados de Europa, pero al final las compañías llegaron de todas partes y comenzaron una batalla de precios para captar tráfico. Bajo la presión enérgica y constante del gobierno de Ceuta, la Office of Fair Trade que es la Autoridad inglesa de competencia y la Comisión Europea, hay navieras españolas, británicas, marroquíes y una participada por empresarios e inversores ceutíes. Hay también programas de fomento turístico con las compañías que cumplen bien y aplican precios razonables. Esta política de precios, baratos para todos, hace que utilicen estas líneas unos 6 millones de pasajeros al año y casi todos van a hacer turismo a Ceuta o camino de Marruecos, dado el bajo precio del transporte. Además, el tráfico de camiones y mercancías es también muy importante.
•Esos turistas, por ejemplo –Adolfo señaló a un grupo que estaban sentados alrededor de una guía que les iba dando instrucciones en inglés- ¿van a Ceuta y regresan en el día?
•No creo que regresen en el día -aseguró Steve- . Esos, como la mayoría, traen un paquete turístico porque quieren comprar en Ceuta, disfrutar de comida a base de pescado y por la noche, ver un espectáculo como la danza del vientre, cenar al estilo árabe, tomar té verde y regresar la jornada siguiente a la Costa del Sol. Todo esto se lo damos en Ceuta. Tienen el hotel allí, a veces el Hotel Hacho u otro similar, visitan y compran por la ciudad, comen en el restaurante que eligen con un ticket válido en cualquiera de ellos y, por la noche, los trasladan a unas jaimas típicas en el monte llamado Posición A y allí los musulmanes de Ceuta han instalado un oriental village o poblado oriental, donde existen todo tipo de espectáculos a disposición de los turistas, camellos para fotos o paseos, un zoco típico y ambiente árabe, pero con alcohol y mucho té. Lo cierto es que los visitantes no tienen que pasar a Marruecos porque todo el tipismo lo encuentran en Ceuta.
•Esos son los turistas que vienen de Europa, pero qué ocurre con los posibles visitantes marroquíes –preguntó el español titubeando-
•Bueno, pues lo mismo –respondió Steve como si diera por sabida la respuesta- Los marroquíes, extranjeros europeos o no y diplomáticos acreditados en Rabat, disponen de otro paquete turístico que les ofrece hotel y diversiones por un precio realmente ridículo, ya que Ceuta se beneficia realmente con las compras y gastos que ellos realizan en la ciudad.
Steve estaba asombrado del impacto que aparentemente causaban sus palabras en el periodista español. Con tanto hablar, Ceuta estaba a la vista y el buque que aprovechaba a tope su velocidad, entró en el puerto mucho más lentamente y atracó en pocos minutos. Adolfo y Steve quedaron en verse en el Hotel Hacho a las seis de la tarde para seguir charlando o dar una vuelta. En realidad, el español aclaró que no quería abusar de su interlocutor, pero éste insistió en volverse a ver por la tarde. A la salida, esperaron el equipaje en otra cinta transportadora cubierta que bajaba del barco hasta una fantástica Estación Marítima y se despidieron. Steve llamó un taxi e indicó antes a Adolfo el transporte del hotel que esperaba a los viajeros a la salida. Era un microbús que tenía en el lateral el nombre del establecimiento y, escrito en inglés y español, “traslado de huéspedes. Guest transportation”.
Continuará el próximo domingo