Adalberto se había puesto el chándal y corría por la explanada frente al helipuerto. Después de sentarse en un banco a la sombra, miró con tristeza la instalación que llevaba el nombre de Ceuta en su fachada. Recordó otros tiempos en que CajaMadrid intentó capitanear el proyecto de un enlace por aire desde la península o cuando a Algeciras, hace años, no le interesó la conexión de helicóptero con Málaga y Ceuta, para terminar rememorando la pequeña pista militar que sirvió un tiempo, hasta que fue construido el actual helipuerto.
Como tantas veces, Adalberto Pérez no entendía nada. Una compañía vino a Ceuta para ganar dinero como cualquier empresa y, al parecer sin cautelas, la Ciudad Autónoma la ayudaba con lo que llamaban publicidad y la Administración Central construía un helipuerto en Ceuta y después otro en Algeciras, con inversiones millonarias, dotando a ambos de personal, medidas de seguridad y afrontando importantes gastos de mantenimiento. De pronto, la empresa que reclamó siempre instalaciones adecuadas, se marchó a otro sitio más rentable y los ciudadanos españoles, al final, han pagado todo el despliegue. Como parece ser que nadie tomó las precauciones mínimas de permanencia, Ceuta y Algeciras se quedarán, si no viene por fin otra compañía, con los dos cadáveres inmobiliarios. Hasta un propietario normal alquila por un tiempo determinado para garantizarse la rentabilidad, pero nuestras Administraciones, parece que no.
Es posible que dentro de tres meses llegue otra empresa con ideas nuevas y condiciones negadas quizás a la anterior compañía que deberán ser aceptadas ahora, pero si al final no fuera así, los helipuertos de Ceuta y Algeciras podrían pasar a formar parte de la larga lista de instalaciones millonarias, sin uso o en déficit como Albacete, Badajoz, Burgos, Castellón, Ciudad Real, Huesca, León, Lérida, Logroño o Pamplona. El pobre Adalberto pensaba que nunca cogió el helicóptero, pero iba a pagar una parte como si lo hubiera utilizado. Para no amargarse con estos pensamientos, decidió seguir con sus ejercicios, pero enseguida recordó algo más grave y volvió al banco para concluir sus pensamientos.
Nunca comprendió aquel hombre corriente como la compañía de helicópteros saliente, solo organizó viajes a Málaga o Algeciras porque Ceuta se encuentra en un sitio estratégico y, con imaginación y apoyo institucional o alianzas, habría podido volar a Tánger, Gibraltar e incluso Melilla, aparte de realizar visitas turísticas por el Estrecho como hacen en Tánger. De esta forma, los ingresos y beneficios podrían haber sido superiores.
Además a Adalberto le gustaría saber la influencia que ha tenido Gibraltar en este asunto. Recordó que España no reconoce el espacio aéreo de la Roca, pero permite los vuelos civiles por acuerdos europeos y tolera los militares. Pero como Gran Bretaña practica en el Estrecho un colonialismo agresivo y España un anticolonialismo permisivo, agudizado por la visita de Moratinos a la Roca en la que trató directamente con el premier gibraltareño Caruana, se dio un nuevo ímpetu a la postura británica. Pérez sabía que los controladores aéreos de Gibraltar no colaboraban, en algunos casos, con los españoles para garantizar la seguridad de los vuelos Ceuta-Málaga y ello al cruzar por las rutas de aproximación a las pistas gibraltareñas. Hubo hasta una protesta de los citados controladores españoles contra AENA, por los problemas en el espacio aéreo del Estrecho.
Mientras corría hacia el viejo e inutilizado edificio de la Cruz Roja (ya son dos los hospitales fuera de servicio), Adalberto reconoció que quizás el ciudadano de a pie carece de toda la información sobre el corte de las conexiones aéreas de Ceuta con la Península ya que, si las intensas gestiones del Delegado del Gobierno no fructifican al final, podrían quedar inservibles los helipuertos de las dos ciudades a uno y otro lado del Estrecho.