El ser humano, en general y con todas las excepciones posibles, es dado a poseer, a ganar, a conseguir lo que sea y, por supuesto, a vencer siempre; pero con el mínimo esfuerzo y con gran brillantez. Eso debe ser realidad, en exclusiva, para los genios. Pero no ha habido ni hay tantos como creemos; además también se equivocaban alguna que otra vez e incluso alguna de ellas acabó totalmente con su bien merecida fama de vencedor. La gente corriente se hace verdaderamente fuerte e importante cuando llega a conocer bien cual es el camino a seguir en la vida y lo sigue paso a paso: no alocadamente sino de forma reflexiva y poniendo toda su capacidad en cada paso a dar. Pasos cortos, seguros y bien orientados, que resultan adecuados - quizás los únicos - para conseguir el fin propuesto.
Eso ocurre a cualquier edad que se tenga, aunque la experiencia, acumulada a lo largo del tiempo, hace que se sea más reflexivo. Aunque lo cierto es que sigue manteniéndose el afán de conseguir lo que sea de forma rápida y con el mínimo esfuerzo, claro. Nos hace falta, a todos, meditar más y mejor lo que se pretenda hacer. No se suele hacer así. Por eso resultan tantas carreras fallidas después de bastantes años de estudios y tantos empeños empresariales - de mayor o menor volumen - que fracasan total o parcialmente. La vida exige esfuerzo bien combinado con inteligencia y voluntad. A todo lo cual hay que unir la paciencia y saber detectar a tiempo los errores, así como la forma y el deseo de corregirlos. Cuando todo esto se hace correctamente, no de boquilla, se está próximo al éxito y llegará a conseguirse.
Como saben ustedes, el Domingo 3 de Junio - o sea ayer - se jugó en Sevilla a las diez de la noche - para huir del calor en la medida de lo posible - un partido de fútbol entre las selecciones de China y España. Pocos pensaban, inicialmente, que el partido iba a ser difícil para los colores españoles, dado el historial de una y otra selección. Yo, naturalmente, entre ellos, los optimistas, pero la realidad fue mostrando que el equipo chino era bastante bueno y qu puso en aprietos a los españoles que, a duras penas, consiguieron llegar empatados a cero al final del primer tiempo. No dió resultado el juego fácil para buenos rematadores y hubo que cambiarlos por dos veces, ya en el segundo tiempo y con el resultado de empate a cero. Por eso, afortunadamente, el entrenador decidió cambiar de táctica. La realidad obligaba.
La táctica que se empezó a utilizar fue la de avanzar hacia la meta contraria a base de pasos cortos y bien orientados, manteniéndolos en las proximidades de la portería contraria, hasta casi meterse con el balón en los pies dentro de la portería. Así se hizo, con verdadera maestría por quienes nos tienen acostumbrados a ello y, finalmente, el balón entró suavemente, con delicadeza maravillosa, en la portería china casi sin molestar a nadie, como la cosa más natural del mundo después de ese trabajo tan ideal, preciso y proporcionado, sin barullo alguno, pero con firmeza, llevado a cabo por ese laborioso jugador que es Iniesta y que culminó . con guante blanco, Silva. Había llegado la victoria que se deseaba desde antes de empezar el partido, pero, no lo olvidemos, con pasos cortos y bien orientados.
Todos queremos, también, la victoria en esa batalla de la economía y del bienestar en nuestra Nación. Lo estamos pasando mal y enfadándonos unos con otros. Tal vez necesitamos más paciencia y trabajar seria y profundamente en la solución de cada uno de los problemas que existen. ¿Por qué no lo hacemos con pasos cortos y bien orientados y con mucha paciencia? Y sin enfadarnos unos con otros, por favor.