Las elecciones que el domingo último han tenido lugar en Francia y en Grecia han sido observadas con detenimiento en todos y cada uno de las países Europeos. Ya Europa ha roto - en alguna forma - las fronteras que delimitaban los territorios. Por encima de ello ha estado y sigue estando el pensamiento europeo, que quizás no sea completo pero que sí tiene base suficiente para que determinadas cuestiones básicas, a la para que importantes, estén en el ánimo de todos. ¿Cómo se tratará ahora esa cuestión básica de la Unión Europea? ¿Seguirá creciendo en fortaleza de principios básicos, o se destruirá alguno de ellos? Sin duda habrá, cuando menos, una serie de preguntas que deberán ser contestadas de forma muy concreta, sin salirse del camino recorrido o dando pasos atrás. ¿Se ha perdido el tiempo?
Europa es una realidad geográfica que desde hace bastante tiempo se ha hecho daño a sí misma. Eran otros tiempos en los que los factores estratégicos, políticos y económicos eran otros bien distintos a los actuales. Entonces se actuaba de acuerdo con aquellas circunstancias y sería injustificable tratar de seguir, hoy día, los mismos patrones y métodos. No se trata , en absoluto, de dar la espalda a ciertas esencias básicas - ciertamente importantes - que cada pueblo posee. Esas han de permanecer y cuidarse con verdadero cariño, pero han de saber unirse a tantas otras, de similar importancia, que son propias de otros pueblos. Muchas veces surge el comentario de que nos gustaría tener, además de lo nuestro, tal o cual virtud que es característica de otro pueblo europeo, quizás hasta vecino geográficamente. Todos los países de Europa tenemos dificultades bastante importantes, con una base común que es la economía, la cual ha sido examinada profundamente en estos últimos tiempos y se han definido líneas de acción bien concretas para llegar a solventarla. Es una base, común, que necesitamos para reflotar todos como un conjunto homogéneo. No es fácil la solución del problema, pero la tiene y hay que llegar a ella en el menor tiempo posible. Europa y con ella cada uno de los países europeos no puede perder el tiempo dando prioridad a otras cuestiones de menor importancia. Muchas de éstas pueden y deben ser solucionadas correctamente por los gobiernos de cada país, sin perder de vista que han de servir de apoyo - a veces muy sólido - al interés común por una Europa unida, fuerte y valiosa en el mundo.
Tenemos el ejemplo de otros países y también debemos considerar lo llevado a cabo en el nuestro para tratar de solventar la crisis económica y corregir los defectos estructurales existentes. No perdamos el tiempo y lleguemos, cuanto antes, a la solución de ese grave problema del paro. A todos, sin exclusión alguna, nos duele enormemente que haya gente sin poder trabajar y, como consecuencia, sin poder atender elementos básicos de vida, tanto personal como familiar, según sea el caso de cada cual. Ésta es una cuestión de primer orden en todos los países y todos se ven obligados a darle solución, con el esfuerzo necesario, que siempre será grande y siempre perfectible. Nadie debe cesar en esa labor, con ímpetu y claridad de ideas, pero sin dejar de pensar en que Europa nos necesita y nosotros necesitamos mucho, también, de Europa.