Hay de todo en la vida de toda persona, aunque no siempre llegue a tenerse conocimiento verdadero de ello. A veces andamos despistados y seguimos unos caminos, o tomamos unas decisiones, sin haber examinado, previamente, si son los que conducen a un buen fin o si son las mejores y más adecuadas para ser útil, con nuestra personalidad, en la vida. En cualquier edad se presenta esa cuestión, pero hay una en la que tienen especial relieve porque en ella se reciben las primeras dosis de formación humana, en su sentido más completo. Es la edad de la adolescencia; años en los que unos se dejan llevar por la comodidad o la desgana mientras que otros aprenden a luchar - luchando - para no ser una simple cosa sino piezas fundamentales en el desarrollo de la sociedad, tanto en lo material como en todo aquello que hace al ser humano más espiritual. Esto es difícil y exige lucha personal en la que el esfuerzo se ha de mantener vivo y lleno de entusiasmo.
Hemos visto, el martes y el miércoles de esta misma semana, dos ejemplos prácticos de entusiasmo y esfuerzo , hasta el agotamiento, para lograr el triunfo, a cuatro equipos de fútbol - dos españoles y dos extranjeros - en una competición de primer orden internacional. Los cuatro equipos eran perfectamente conocidos, desde bastantes años atrás, por el esfuerzo que iban haciendo de forma permanente para estar en las mejores condiciones posibles y ser capaces de llegar hasta el final, donde uno sólo sería el vencedor oficial del torneo. Ese trabajo ha sido muy duro, tanto bajo la lluvia como el rigor del calor o del frío. Millones de espectadores, de todo el mundo, han podido ver - a través de la TV - esos dos partidos que han sido lección sobre la que es necesario meditar, como realmente debe hacerse - y se hace - ante cualquier hecho del que seamos testigos o, en muchos casos. protagonistas o participantes. ¿Es posible llegar hasta el nivel de esos equipos sin entusiasmo y esfuerzo? La vida de toda persona se desarrolla, día a día. en una preparación permanente para alcanzar los niveles más altos y dignos. Estamos en una permanente competición personal en la que , de una parte, actúa el egoísmo y la falta de estímulo y, de otra, la conciencia de que hacer las cosas bien requieren entusiasmo y esfuerzo personal. Hay que entender lo que, en verdad, es la vida y lo que ésta exige a toda persona; tanto más cuanto más capacidad personal pueda tener, tanto de inteligencia como de medios materiales. Es fácil deslizarse por una cuesta hacia abajo, pero eso es negarse a estar en la cima, en el lugar del triunfo y de la obra bien hecha. Todos tenemos que hacer, de nuestro trabajo personal, una obra de arte maravillosa, tanto en la material como en lo espiritual pues no se rechazan entre sí sino que se necesitan plenamente. El entusiasmo de la fe - del espíritu en suma - proporciona la fortaleza necesaria para vivir los más exigentes esfuerzos materiales.
Si volvemos a lo que se pudo ver en esos partidos del martes y miércoles últimos, comprenderemos fácilmente que unos y otros dieron de sí lo mejor que tenían y con gran entusiasmo, hasta el agotamiento. Merecen ser tenidos como ejemplos a seguir en cualquiera de las actividades a desarrollar y muy especialmente por los más jóvenes, por los que actualmente se están empezando a preparar para todas y cada una de las competiciones en las que van a ser actores - secundarios o principales - y que pueden llegar a ser de suma importancia para la vida de la sociedad. Ahora puede que sólo vean unas páginas en las que se enuncian determinados principios, pero deben tener en cuenta que en cada una de ellas están las herramientas necesarias para ir construyendo. con entusiasmo y esfuerzo, todas y cada una de las actividades de su vida. Prepararse para vencer con la verdad y con la entrega personal en ese esfuerzo.
Bueno, todavía nos queda la final del torneo de fútbol al que hemos aludido. Los que se han quedado en el camino son unos grandes equipos; lo han demostrado plenamente pero los otros lograron superarlos. No hay que desanimarse y seguir trabajando mientras esperamos poder ver cómo juegan el partido final los dos equipos vencedores. Hay que verlos; se lo merecen, aunque no sean los que a cada uno de nosotros nos habrían gustado..