Tema de conversación no nos falta. Después del frío polar, el anticiclón se ha adueñado de los cielos. Por lo demás, como en la novela de Erich Maria Remarque: “Sin novedad en el frente”, lamentablemente. En la era de las @ y los tweets, la actualidad nos arrastra de forma inmisericorde machacando, a veces, matices importantes de la información que pudiendo llegar a parecer detalles, son verdaderas piedras de toque de la realidad.
Grecia es un fiel reflejo de ello. Entre protestas y reuniones, da la impresión de que el verdadero meollo de la cuestión no se encuentra en la cuna de la Democracia, sino a varios miles de kilómetros de allí. Quizás la clave no resida tanto en el dinero que deban los griegos, sino en el brutal interés por desmembrar todo el Estado del Bienestar, verdadera contra medida preventiva para evitar que los ciudadanos exijan cada vez más derechos.
¿Es posible, e insisto en lo de “posible”, que esta crisis sea el mejor método para cortar de raíz las pretensiones de ir a más de un colectivo hasta hoy unido bajo la bandera de Europa? ¿El método podría ser el de arrinconar al más débil y darle un serio correctivo de cara al resto de los socios? En el hipotético caso de verificarse esta “descabellada” hipótesis, se estaría amenazando la cohesión del grupo, un grupo que, sin lugar a dudas, preferiría abandonar al más vulnerable antes que comprometerse en una lucha incierta.
Al final, si la táctica funciona, se abandona al débil a su suerte mientras los demás suspiran aliviados porque con ellos no va la guerra. Una vez instalados en la “No-Intervención”, se masacra al chiquitín como escarnio público y nadie osa moverse ni protestar. Eso, aquí, Al Sur del Edén, con acierto se le denomina “estrategia del miedo”.
Como afirmaba Tom Clancy en su novela “El Oso y el Dragón”, estamos hablando de una práctica tan vieja como el Poder, a saber: yo quiero lo tuyo, tú no me lo quieres dar, yo lo tomo por la fuerza… y, aquí, lo que se quiere es desmontar el antes aludido Estado del Bienestar, o como se le quiera denominar.
Posiblemente estemos asistiendo a los inicios de una guerra económica (hasta ahora, sólo son escaramuzas) que, como todas las guerras, tiene un esquema similar a todas las contiendas.
Así, y una vez intervenida Grecia -a la que, por cierto, Alemania y Francia vendieron material militar por valor de miles de millones de euros con los créditos de la UE-, los demás aceptarán cualquier cosa antes de tener que librar una batalla cuerpo a cuerpo, considerándose siempre pocos todos los tijeretazos concedidos. La Reforma Laboral en España es un buen ejemplo de lo expuesto: se imponen unas durísimas medidas por parte de los causantes de la crisis contra quienes la están padeciendo. En contrapartida, desde el Gobierno se avanza que el saneamiento de la Banca se cifra en 52.000 millones más –este símil con cañerías y aguas fecales tiene su “aquel”- mientras se recorta salvajemente en Educación, en Sanidad y en otras áreas. Un clásico.
Lejos de un acomodamiento dogmático y visionario instalado en la teoría de la conspiración, esta “Doctrina de Shock” aplicada en Europa no parece otra cosa que una verdadera contra concienciación colectiva; insisto, con miedo no se piensa, se defiende.
En estos tiempos en que hábilmente todo se entremezcla para crear confusión, la debilidad de la clase política frente a las finanzas, la desorientación de quienes desgraciadamente engordan las colas del paro, la sesgada información que una suerte de “Ministerio de la Verdad” nos suministra por doquier y la escasa capacidad de reacción ofrecen el escenario perfecto no sólo para arrasar con lo duramente conseguido, sino para lanzar un aviso a navegantes de todas las latitudes en el sentido de “confórmate con lo que tienes, que podría ser peor”. Más miedo, imposible.
¿Situación de no retorno? No, para nada… El Poder vive de nosotros, ergo si nosotros no estamos, el Poder no puede vivir de nosotros. ¿Previsión? Pues que los recortes y las pérdidas de derechos van a ser tan brutales que retomar los niveles anteriores a todo este tinglado va a ser largo, muy largo… porque me da que para movilizaciones no estamos. Habrá un calculado tira y afloja en el que se nos hará creer que podríamos estar peor pero no nos ahogarán del todo, no les conviene… poca productividad se logra de un muerto.
Mi mañica preferida, tajante como siempre, lo tiene claro: ¿Cuándo se nos quitará la venda para caer en la cuenta de que el verdadero poder reside en nosotros mismos?
La respuesta en sí, es, como todo el proceso de crisis, una verdadera historia interminable…y eso será porque entre todos lo permitimos, claro está.