La desubicación espacial, cognitiva y temporal que sufre el PSOE es digna de ser consultada a algún especialista en la materia. Este nuevo socialismo radical, heredero del marxismo que no de la socialdemocracia europea, parece no haberse enterado de nada de lo que está pasando. Ciegos, sordos e imprevisores se mostraron y se muestran con la dantesca crisis económica, política, institucional y social.
Este Gobierno socialista se creyó mejor que nadie, el nuevo mesías político dispuesto a salvar a España bajo sus ocurrencias ultraizquierdistas y sectarias que solo trajeron más desasosiego, más crispación social, más paro, más pobreza y más desesperanza. Y ninguna de las medidas que tomaron sirvió para atajar el problema del paro.
Y ahora, no sé lo que le pasa a la progresía que, en lugar de pensar en la vida, su principal núcleo, la familia, y su principal sustento, el trabajo, parece tener cierta apetencia necrófila, y no lo digo por la perversión, sino por la atracción que sienten hacia la muerte y su apología bajo las formas de aborto, eutanasia, la búsqueda de cadáveres y ahora el traslado de los restos del dictador Franco.
Según datos demográficos, la inmensa mayoría de la población española ha nacido bajo la democracia, es decir, ni siquiera conocieron a Franco ni a su dictadura; por lo que ya me dirán ustedes a quién le quita el sueño que los restos mortales del anterior Jefe de Estado, descansen en el Valle de los Caídos.
Pensar que la localización del sepulcro de este histórico personaje pueda ofender la memoria de alguien, es como pensar que los sepulcros de personas que fueron incorrectas en la vida, deberían ser sepultadas en sitios diferentes del camposanto.
Además, habría que tener en cuenta otras voluntades, fundamentalmente la de la familia del sepultado, que hasta la fecha se ha negado, y por tanto, todo levantamiento del cadáver sería considerado legalmente una profanación de la tumba. Algo que tendrá mucho morbo para la ultraizquierda dominante, pero que acarreará un lento y costoso litigio que a buen seguro traerá sufrimiento a familiares, que no son responsables de las acciones de Franco, y un oneroso gasto en tiempo, personal y dinero a la Administración Pública.
Por otro lado, el doble rasero que utiliza esta sectaria progresía es cuando menos indecoroso. Simultanear homenajes a siniestros personajes como Santiago Carrillo, y estar constantemente persiguiendo a fantasmas que todos los españoles decidimos sepultar en 1975, es algo muy característico de aquellos que gozan con el lamentable recuerdo de la guerra fratricida que asoló España.
Allá ellos si gozan y regocijan con la muerte. Yo prefiero la vida.