El avance de la era digital, junto al nuevo sistema de grados del plan Bolonia, está cambiando el panorama de la Universidad, según todos los informes. El hecho es que cada vez más crecen los centros denominados “online”. Pero también las universidades presenciales ofrecen un amplio abanico de posibilidades de cursar las asignaturas de forma digital. ¿Es esto bueno, o por el contrario se estará contribuyendo a la pérdida de rigor científico en las enseñanzas universitarias?. Para intentar responder a este dilema hemos de analizar dos cuestiones. Por un lado, lo que se pretende con el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que en España comenzó hace tres años. Por otro, lo que dicen los expertos de la comunicación respecto a la influencia en el conocimiento de la ingente cantidad de información, que la era digital nos ofrece con un golpe de teclado.
Respecto a la primera cuestión los expertos son claros. Javier Uceda, Rector de la Universidad Politécnica de Madrid nos habla del nuevo modelo educativo que se está impulsando con el EEES. Sus principios generales pasan por generar capacidades para resolver problemas complejos y de orientación multidisciplinar; por formar ciudadanos, no sólo élites; incluir el aspecto social y la dimensión internacional de la actividad humana en la educación superior; utilizar de forma generalizada las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en la educación; que el centro del sistema sea el estudiante; y por último, que esté orientado al aprendizaje y al desarrollo de competencias transversales de forma programada. Es decir, el viejo modelo basado en la lección magistral y en la utilización ocasional de las TICs está llamado a desaparecer. Por esto, para Mercé Gisper, de la Universitat Rovira i Virgili, “el espacio digital se convertirá, progresivamente, en el verdadero espacio de trabajo, de intercambio docente y de cooperación, tanto de docentes, como de estudiantes”.
En lo referente a la segunda cuestión, los psicólogos hablan ya del efecto Google, que consiste en la alteración en el proceso de aprendizaje y en el desarrollo que se produce cuando una persona tiene a golpe de clic las nuevas tecnologías. Emilio de Benito nos informa en El País del domingo 31 de julio, que cuatro estudios publicados en la revista Science demuestran que las personas estamos utilizando ya Internet como una extensión de la propia memoria. De hecho, los experimentos realizados demuestran que aquellas personas que creen que van a poder consultar fácilmente el ordenador no se toman la molestia de memorizar ningún dato. No obstante, esto no tiene que ser en sí mismo malo, según otros expertos. Simplemente nos permite ocupar la memoria en otras cosas. Pero al igual que el uso de la calculadora no debe hacernos olvidar cómo se multiplica, tampoco el uso de internet y las nuevas tecnologías nos deberían impedir usar nuestra memoria de forma adecuada. La clave quizás esté en mantener el cerebro ocupado en actividades variadas y no monótonas. Sin embargo, Vargas Llosa, basándose en el libro de Nicholas Carr “Superficiales: qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, es contundente. Internet está consiguiendo que cada vez menos gente sea capaz de leer libros completos. De esta forma, la mayor cantidad de información está suponiendo para nosotros menos conocimiento.
Lo cierto es que las nuevas tecnologías e internet han venido para quedarse entre nosotros. Y las universidades las utilizan cada vez más. No sólo se trata de que la enseñanza a distancia, fundamentalmente virtual, es seguida ya por un 15% de alumnos. Es que además hay experiencias mixtas, de universidades presenciales que mezclan los estudios online con la actividad en el campus. Son los alumnos, de acuerdo con sus profesores, los que eligen qué porcentaje de asignaturas desean cursar en esta modalidad, qué dedicación semanal, duración de programas y fechas de comienzo del curso.
Como siempre, la clave estará en saber mezclar ambos conceptos de enseñanza mediante programas atractivos y serios, y siempre buscando el mejor rendimiento del alumno. Como nos dice Javier Uceda, “un buen profesor sólo lo es si consigue que los estudiantes aprendan”. Y esto se puede conseguir, tanto con formación online, como con metodología presencial.