Es posible que algunos lectores hayan echado de menos mi colaboración durante estos últimos domingos. O no, sabe Dios. Lo cierto es que una dolorosa coxalgia (ese fue el diagnóstico) que ha afectado a mi cadera y pierna izquierda, me ha tenido fuera de juego y bien fastidiado, aunque ahora van remitiendo los síntomas poco a poco.
Como mi estado ya me permite sentarme ante el ordenador, aunque sea tomándome algún que otro ratito de descanso, me decido a reanudar mi actividad literaria para dar un somero repaso a los acontecimientos sucedidos en este obligado periodo de silencio.
Mi último artículo, publicado el día 8 de mayo, era una advertencia sobre el efecto disuasorio de las encuestas que se venían conociendo, en las cuales la ventaja que otorgaban al PP de Juan Vivas podía dar lugar a una alta abstención. Exhortaba a votar, y al final yo mismo me quedé sin hacerlo. Como me temía, la abstención fue muy elevada en nuestra ciudad, lo que no constituyó óbice para un nuevo y holgado triunfo de la lista encabezada por Vivas, a quien felicito, deseándole los mayores éxitos en esta nueva etapa (el primero ha sido ya el del campus universitario), así como todo el aguante del mundo para soportar los embates de cierto perenne “indignado” que ha entrado en la Asamblea con muchas ganas de protagonismo y de dar la nota.
Por otro lado, se nos van dos instituciones significativas y señeras como eran el Banco de España y el Hospital Militar O’Donnell. Mientras algunos nos empeñamos en soñar con una Ceuta próspera y avanzada, otros parecen desear que vayamos a menos, despojándonos de cuanto pueden. La primera entidad financiera de España y algo tan consustancial con nuestra ciudad como fue siempre el Ejército, al cual nos lo dejan cada vez más reducido, privándolo de servicios precisamente aquí, donde desde hace siglos ha sido un pilar fundamental, tanto desde un punto de vista de la seguridad como por lo que suponía para la economía local. Deseo, al menos, que el personal del Hospital pueda conseguir su permanencia en Ceuta.
En estos días se están celebrando actos en conmemoración del primer centenario de la creación de las Fuerzas Regulares. Me parece muy bien, pero no debe olvidarse que el Grupo de Regulares Ceuta nº 54 tiene una historia muchísimo más prolongada en el tiempo, al ser el heredero del Tercio Fijo de Ceuta, cuyos orígenes se elevan nada menos que al año 1668, cuando se fundaron en nuestra ciudad las Compañías “Bandera Vieja” y “Bandera Nueva”, antecedentes del Tercio Permanente y del Regimiento Fijo de Ceuta, creado en 1741 y conocido como “El Defensor de la Fe”, que en el año 1943 pasó a ser el nº 54. Ahí hay mucho historial y grandes gestas de heroísmo que necesariamente tienen que permanecer en la memoria de nuestra ciudad.
Merecen párrafo aparte el denominado Movimiento 25-M, recientemente surgido -y que cuenta ya con su ramificación en Ceuta- así como las acampadas, concentraciones de belicosos “indignados” y demás repercusiones a que está dando lugar. Tal y como viene produciéndose, parece coexistir dentro del 25-M una amalgama de grupos y de propuestas, unas válidas y justificadas, otras utópicas, otras disparatadas, con el riesgo añadido de que todo acabe en manos de la extrema izquierda revolucionaria y antisistema, que es lo que menos le interesa a España. Habrá que seguir muy atentamente la evolución de este fenómeno, y estar prevenidos ante posibles derivas nada deseables.
No quisiera terminar este artículo sin hacer una referencia expresa al reciente fallecimiento de Ricardo Muñoz, ex-Alcalde, demócrata liberal, hombre de centro-derecha, que supo dar prueba de su talante en ocasión del 23-F. En los comienzos de su enfermedad quise ir a verlo, pero su hermano me rogó que no lo hiciese, dada la reacción emotiva que le producían las visitas, perjudicial para su estado. Ahora se nos ha ido, y ni siquiera he podido acudir en persona a darle el último adiós, dada mi enfermedad. Descansa en la paz del Señor, amigo Ricardo.