Se acerca el “D-Day” de las elecciones y las tropas se preparan para la enésima “Madre de todas las batallas”.
Argumentos, folletos a todo color, estrategias, vallas publicitarias, mecheros de propaganda….todo está a punto en las distintas maquinarias electorales para convencernos de que, con la victoria de uno u otro, florecerán puentes, escuelas, carreteras, parques, hospitales y, que de pronto, habrá trabajo por doquier. O sea, nada nuevo bajo el cielo político.
Pero en la panoplia del partido perfecto no podían faltar, como bien comprenderán, las sangrientas pero silenciosas luchas intestinas. Aquí es dónde el “Todo vale” alcanza su grado más superlativo. Konrad Adenauer (canciller de la RFA de 1943 a 1963) afirmaba que, en la contienda por el Poder se luchaba contra los adversarios políticos pero que, sobre todo, se libraba una guerra sin cuartel contra los compañeros de partido. Sabias y expertas palabras de un mago de la política.
¿Y esto por qué será, nos podríamos preguntar? ¿Qué lógica tiene la lucha fraticida cuando todos tienen el mismo horizonte, o eso se supone? Muy fácil: esto ocurre porque, en cada formación, el reparto de la tarta de poder entre las distintas facciones tiene siempre más aspirantes que pedazos tiene el pastel… y no hablemos de la guinda, claro, eso es ya harina de otro costal.
Aquí, como comprenderán, no somos diferentes al resto.
En esta época, en que hacen estragos las listas de posibles elegibles y de hipotéticos futuribles, los escándalos, rumores y acusaciones se redoblan hasta el infinito. No hay piedad en esta interna carrera de elegidos…ni escrúpulos tampoco. Es la esencia del Poder, matar al hermano para coger su posición de predilecto, o, al contrario, no dejar que otro lo alcance. Supongo que, a estas alturas de la película, cada uno de nosotros ya habrá caído en la cuenta que los secretos sólo se pueden desvelar desde dentro, y las mierdas únicamente emergen a luz de periódicos y radios porque existe un espurio motivo detrás, independientemente de que todo sea verdad o no….que, por cierto, generalmente sí lo es.
No se equivoquen, estamos hablando, sin duda alguna, de ajustes de cuenta en toda regla en los que nosotros volvemos a transformarnos en meros espectadores de la basura…total, sólo será una vez más de las tantas ocasiones que aguantamos con obediente y sumisa complacencia. Es lo que hay y parece que nos gusta el papel de sufridor…y “Poco es” que diría mi Maña favorita.
Lo lamentable de todo esto es que se nos insista, de forma machacona, en el hecho que debamos confiar ciegamente en partidos cuyos integrantes, lejos de querer transformar las cosas para nuestro supuesto bienestar, se preocupan primero de buscarse su huequito oficial.
El Averno nos ha entreabierto sus puertas para que podamos ver, y hasta oler, a los hijos e hijas de Caín haciendo su agosto en las aguas revueltas de la Política. Tengámoslo pues claro de una vez: todos y todas, con refinadas ansias de mandar, no se paran en detalles para conseguir el objetivo que no es otro que el de seguir con sus privilegios hasta el infinito. Lamentable y asumida situación… sigue siendo lo que hay.
En esta brutal Ley de la Selva por el coche oficial, los Hijos e Hijas de Caín son la eterna Nomenclatura, que le vamos a hacer, será que nos lo merecemos.