Ha llegado a tal punto la degradación de la clase política que formar parte de las listas se ha convertido ya en una auténtica obsesión. Escuchando los comentarios de unos y otros he llegado a la conclusión de que hay personas que no andan muy bien de la azotea y son capaces de, ilusionados, contarte que su nombre aparece en el libro azul de Juan Vivas porque éste se lo ha dicho. ¿Acaso no conocemos ya a don Juan? Si es capaz de quedar bien hasta con el diablo... a todos complace, a todos asegura admirar y querer y en todos confía. ¿Quién no se ha cruzado en su camino y entre apretón y apretón de mano le ha trasladado un problema llevándose la promesa de solución como respuesta? Creo que la gran mayoría. Y aunque luego no cumpla, don Juan enamora. Y ahora, precisamente ahora, los tiene a todos enamorados en Ainara.
Una contempla escenas ante las que no sabe si reírse o llorar. Una escucha mensajes de aquellos que se dan golpes en el pecho porque dicen que han trabajado mucho por la ciudad y que tienen que ir en las listas. Y también atiende a quien considera que ser político es un puesto ganado en oposición y por tanto es suyo, siendo capaz de soltarte eso de ‘con el pan de mis hijos no juegues’ al más puro estilo padrino.
Al presidente le va el cachondeo, políticamente hablando. Y se lo está pasando bien con eso de mantener ocultos los nombres, aunque muchos los hayamos publicado ya. Creo que hasta está siendo testigo de cómo se las gasta el personal, a sabiendas de que esta vez decide él y no tiene que someterse a las órdenes de un Pedro Gordillo que terminaba hasta suplantándole la personalidad.
El espectáculo bochornoso que algunos están dando en estos días está sirviendo para dar buena muestra de lo que se ha convertido la política. ¿Nos reímos? Es lo que toca. Quédense con las fotografías de Quino sobre la visita de Vivas al Príncipe. Entonces entenderán mejor lo que tenemos.