No sé si recuerdan esta misma columna que, con el título “fallos fortuitos encadenados”, fue publicada el 6 de septiembre pasado. De lamentable actualidad pocas semanas más tarde, se ironizaba sobre el informe técnico emitido tras investigar las causas del “cero” (apagón total) de agosto. A resultas de ese informe, nadie había tenido la culpa. Y en esa misma columna me permitía apuntar distintas fórmulas para justificar el siguiente apagón, que, como vemos, no ha tardado mucho. “Ha sido sin querer”, “casualidades relacionadas sin posibilidad de corrección”, “yo no he sido”,” concatenación desafortunada de casualidades”, “la ley de Murphy”,… eran algunas de las propuestas facilitadas a los responsables, para adelantarles el trabajo en forma de excusas en la siguiente ocasión.
Fresco todavía el “cero” de agosto, el martes pasado tuvimos que padecer otro. Parece que a nuestros gobernantes se les ha colmado la paciencia, y han amenazado con “sancionar si encuentran algún posible incumplimiento de la normativa por parte de las empresas implicadas”. Por cierto, solo faltaba que la Administación no sancionara “incumplimientos de normativa”. Eso, Sr. Consejero Doncel, por obvio, sobraba. Pero, como dijo el inefable Don Quijote “largo me lo fiáis, amigo Sancho”, habida cuenta de que la sanción de 300.000 euros impuesta a la Empresa de Alumbrado en el año 2006 por otro “cero”, todavía está pendiente de pago. Debe ser la Justicia, que es muy lenta. Si no fuera porque el día de los Inocentes es mañana, parecería que la justificación por el apagón dada por los presuntamente implicados, Endesa y Empresa de Alumbrado, son una broma sacada de la columna de septiembre a la que hacía referencia. Según la Empresa de A.E., todo se debió a una “…circunstancia sobrevenida ajena a su voluntad” (en ROMÁN PALADINO: ha sido sin querer). Y para sobresaliente, la dada por ENDESA, “…un hueco de tensión y frecuencia en la central que ha paralizado los servicios auxiliares de los grupos y provocado la desconexión por subfrecuencia”. ¡OLÉ!. O sea, tal como le apuntamos, “casualidades relacionadas sin posibilidad de corrección”.
En lo que sí están de acuerdo ambos organismos, es en la responsabilidad por el incidente. Ambos se han apresurado en culpar al “otro”. En ROMAN PALADINO, “señorita, yo no he sido”. Se han convertido en aburridos, de tan previsibles como son. Tan previsibles como el siguiente “cero”.
Aprovecho para despedir esta columna hasta la segunda semana de enero. Mi deseo para todos, que el nuevo año nos traiga mucha salud. De lo demás ya nos encargaremos nosotros. ¿No les parece?.