En este “todo vale” pobre de espíritu, en el que nos arrastramos últimamente, resulta doblemente lamentable y penoso el hecho de que el personal se rasgue las vestiduras con el contenido de la entrevista de Felipe González concedida al PAIS.
González, en el tono que suelen emplear los que ya nada tienen que demostrar, se sincera y cuenta, entre otras cosas, que tuvo la oportunidad de volar por los aires a toda la cúpula de la banda terrorista, pero que al final dijo que no.
Zafarrancho de combate e indignación total de propios y extraños.
Desde el reino de la gaviota se huele a sangre y se llama al castigo eterno para seguir sumando puntos en las encuestas, mientras que desde Ferraz (salvo Rubalcaba y Bono, lógicamente) el encefalograma es tan plano que ni siquiera saben separar la paja del grano, dando la sensación de estar avergonzándose, constantemente, de una etapa crucial de la historia de España, practicando eso de “callaitos estamos más guapos”. De pena.
Pero para hipocresía la empleada por los populares, que arremeten contra González. Os aseguro que, después de esto, a algunos le costará mirarse al espejo, digo yo.
A ver, yo recuerdo perfectamente como aquellos líderes del PP, en una protesta contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco, me argumentaban que lo que hacía falta era un GAL, pero bien hecho. No nos engañemos, era el sentir general.
El Estado también se defiende en las cloacas, frase axiomática dónde las haya; llegado aquí sólo quedan dos opciones: o se acepta el concepto de Estado con todas sus consecuencias o se rechaza de plano, pero advierto que las ambivalencias no son posibles.
Después, que cada uno sea consecuente con su elección…. Pero hasta el final, claro.