Me comenta un amigo que es osado escribir en Melilla sobre la memoria histórica y la impunidad del franquismo, a lo que le contestó con un sí afirmativo, convencido de que no hay temas tabúes y sí intereses en mantenerlos en el ocaso y olvido cuando no tergiversarlos siguiendo la cruzada y el ¡arriba España añorado!, heredado de sus santos eslabones, deseo en mejor vida.
Los artistas de la zeja no cejan en su empeño siendo tachados de antidemócratas. Almodóvar, los Bardem, Maribel Verdú, Sacristán, Juan Diego y tantos, así son calificados por la extrema derecha nostálgica que goza de libertades en esta democracia incómoda para ellos y en la que siguen sembrando hostilidad y oprobio. O con ellos o rojeras , así de simple es el problema encontrando el paraguas y complicidad de quienes a estas alturas no han sido capaces de condenar a los sediciosos del 36, ¿nostálgicos también?
¿Qué se les explica a nuestros jóvenes sobre el momento histórico?, que hubo dos bandos, los buenos y los malos; que hubo golpe de Estado contra el poder legítimo; que murieron, asesinaron a inocentes por parte y parte, que... ¿hacemos borrón y la vida continua sin llegar a los contenidos curriculares, ahora, transcurridos treinta y pico de años de esta joven democracia?
Que un grupo de actores, intelectuales, escritores hagan causa común siguiendo sus principios en defensa de Garzón, reclamando y denunciando la impunidad del régimen de la sedición, desata las bilis de tanto difuminado, aquellos que quieren hablar de las entidades nacionales, justificando la ilegitimidad fascista y sus conscientes y premeditadas tropelías. Pues no va a ser así, las ideas no se las lleva el viento siendo inherentes a nuestra memoria por mucho que la quieran obstaculizar. Ya les vale la Ley de Amnistía y el borrón y hacia delante, sin contar con los casos personales, tantos hoy como 113.000 familias que reclaman justicia.
El pastor Francisco Escribano, Virgilio Leret, María Sitjá y tantos, no tuvieron la oportunidad de ser atendidos por abogado alguno, en juicio y sentencia en regla, y ahora sus descendientes continúan reclamándola. ¿Qué ley moral o ética puede impedir esto?
Melilla sufrió los escarnios iniciales, sangre republicana, roja, de humildes, resbaló por sus calles acompañando en el tiempo al legítimo por legalidad Romerales, fusilados. Nuestro pueblo necesita conocer, recuperar, resarcirse de una imagen militarista, derechona, sumisa al régimen, que esconde y deforma un importante número de ciudadanos de bien y que su dignidad llama a ponerlos en su merecido lugar.
Algunos cientos de miles seguimos, seguiremos reclamando una política pública en materia de memoria histórica, para que también las próximas generaciones conozcan y aprendan de los errores de una guerra provocada.
¿ Hay que ir de falsa sonrisa y esquivo para no soliviantar al intranquilo? Mientras no se afronte el tema mirándonos a los ojos, la Historia seguirá siendo huérfana, manipulable, interesadamente cómplice de secuestrar una de las verdades, en este caso de los que seguimos buscando la nuestra, mal que os pese, y no habrá reconciliación real, puro montaje.
Hay jueces que no pueden estar por encima de la ley, argumentando el poeta Luis Grandes su discrepancia pues la Justicia si, por ser la ley cosa de hombres, y por ende falible y sometida a interpretaciones, también pueriles.
Que le ha tocado este papel a los rojeras...
¿Qué esperaban algunos desmemoriados?