Un verano más las banderas azules ondean al son del poniente, las menos, y descansan sofocadas por el levante, la mayoría de las veces, en nuestras playas. A pesar de las reyertas pandilleras y ciertos enclaves alrededor de un par de toallas, podemos presumir de color azul y aguas limpias, de esplendoroso paseo bordeando el litoral y hasta de ascensor.
Ascensor para bajar a la playa, nada más y nada menos. Que ni en la malograda Marbella actual se desciende a las arenas con tanta categoría. Y eso que, según dicen, por allí sigue instalado el lujo a todo trapo. El lujo marbellí, un coto privado al alcance de cualquiera aunque se empeñen en vendernos lo contrario. Sea quien sea sus usuarios, la privacidad debería estar por encima de cualquier intención política y utilizarla en pro de la crítica fácil me resulta pueril, poco inteligente.
Si Márquez luce tipo en aquellas aguas es un hecho que poco nos tiene que importar, siendo todo un despropósito panfletear por las calles con su imagen para recalcar una subida de los impuestos. Más bien parece un corte del genial Sálvame en hora prime-time, con todos mis respetos. No considero esto una actitud demócrata ni un pensamiento digno del siglo veinte uno. Una coalición política debe tener la obligación de captar el voto e invitar a la reflexión con argumentos más inteligentes y no sacados de contextos. Si se pretende, claro está, solucionar, políticamente hablando, el futuro de nuestras nóminas.
Qué es lo mejor para la ciudadanía de Ceuta no lo sabe nadie. Porque todas sus asignaturas pendientes se solventan con chapa y pintura. Mirado con sorna, el panfleto tiene gracia. Tanta como retratar socialmente a los parados caballas. Una fotografía, supongo, este viernes toca suponer muchas cosas, no será gratuita. Pues sin coger la cámara ni hacer un máster en “parología”, a bote pronto como decía aquel, en Ceuta hay tres clases de parados. Los parados que no quieren estarlo.
Esos que buscan en todas las listas una maldita línea ajustada a sus necesidades o por lo menos a su titulación. Dicho sea de paso, el mismo que va prescindiendo paulatinamente de añadir al currículo los logros acontecidos durante el periodo activo. Cuanto más diplomas atesoras, más miedo proyectas en el departamento de recursos humanos. Los parados que sí quieren estarlo y gozan de unas mini vacaciones pagadas o de un entretenido curso compatible con el amigo Lorenzo. Por último los contratados eternamente en la temporalidad. Cansados de conformarse con cualquier cosa porque necesidad aprieta, a veces una necesidad física, otras mental. Una circunstancia que el gobierno anuncia replantear. Me gustaría saber qué van a hacer muchos empresarios ceutíes cuando no puedan “chanchullear” con las contrataciones. Supuestamente…
En cuanto a las famosas listas mal llamadas Plan de Empleo, correremos un tupido velo. Porque siempre me han parecido una forma de variar las cifras y no un recurso cuajado a favor de los aspectos económicos de la ciudad.
Menos mal que la Cámara de Comercio tiene un nuevo representante en cabeza dispuesto a defender los intereses empresariales. Dispuesto a escuchar, solventar y apoyar no sólo al empresario grande, también al pequeño, verdadero motor económico de nuestra ciudad de banderitas azules. Ciudad de contrastes donde sube la venta de coches a pesar de las pancartas funcionarias pidiéndole a Zapatero que no les quite el pan a los niños. Esta demagogia es directamente proporcional a la del panfleto y divertida como la fotografía en gran angular para descubrir los intríngulis del parado ceutí.
Y es que ya no se respeta ni a los funcionarios de la casa grande. Lo que sin duda le quitaran a muchos las ganas de meter la cabeza para replantearse una vida laboral completamente diferente. Al menos, si queda algo positivo en todo esto, hay quién descubrirá cuanto amarga es la inestabilidad laboral, esa que muchos desgraciadamente conocemos.