La representación de ‘El pisito’, agotó el aforo del ‘Siete Colinas’. El público disfrutó y aplaudió a rabiar a Asunción Balaguer, Pepe Viyuela y compañeros, tras deleitarse por espacio de algo más de una hora y media con una comedia divertida de las que hacen afición al arte de Talía.
Hay que agradecer a la consejería de Mabel Deu el traer compañías que cada vez arrastran a más espectadores, a pesar de que el lugar de las representaciones no sea un teatro en toda la regla ni se encuentre en el centro de la ciudad. Me consta de quienes están descubriendo un espectáculo cuyo encanto y sabor desconocían. El público madruga ya a la hora de hacerse con las entradas. Desde antes de la apertura de la taquilla ya aguardaba la cola en la Gran Vía y en pocos días se agotaron las localidades. Decididamente la afición al teatro ha vuelto a Ceuta.
Sucedió lo mismo que con los toros. Desapareció la plaza y se acabó la afición. En este otro caso, la incompetencia absoluta de nuestros políticos permitió que fueran desapareciendo, uno a uno, todos nuestros coliseos con las inevitables consecuencias, excepto para los incondicionales de siempre del género escénico.
Creo no equivocarme si me atrevo a decir que la inauguración del auditórium, a finales de año, va a ser acogido con el mayor entusiasmo. Es una gran obra, su ubicación es idónea y cuenta con un gran aparcamiento subterráneo. ¿Mantendrán las representaciones los precios actuales? Los que rigen en el ‘Siete Colinas’ son casi simbólicos para la calidad de los programas que nos llegan, especialmente para los titulares del carné del mayor o del joven. Difícilmente se podrá encontrar en cualquier otro teatro del país semejante bicoca.
Lo deseable es que la crisis de las arcas municipales no termine por cerrar el grifo a estos espectáculos escénicos. Gastar en cultura siempre será una buena inversión. Más aún en una ciudad cuyo aislamiento, por mar y por tierra, la deja huérfana de tantas cosas. Y sin la ayuda de la Ciudad, llego a dudar de la viabilidad que tendría para las compañías viajar a Ceuta.
Si hubiera que pagar un poco más, acostumbrado como está ya el público asistir a estas representaciones, creo que nadie se rasgaría las vestiduras, menos aún disponiéndose de esa maravilla de auditorio que nos aguarda.
A pesar del total olvido en el que TVE tiene sumido al teatro, el número de espectadores va en aumento. Teatro, teatro. El de hoy y el de ayer y no simulacros y modernismos de mal gusto, al tiempo que el cine español pierde cada vez más espectadores. Internet, la gran oferta audiovisual, la falta de una adecuada ley del cine o el desinterés de los inversores lo está propiciando.
Preguntaba ya Azorín en ABC en 1927, cómo podría luchar el teatro con el cinematógrafo y si, al final, este último acabaría con él. La realidad es que el gran público fue volviendo la espalda al teatro, tendencia que parece haberse invertido. Según los datos que maneja la SGAE, el aumento de espectadores es evidente. Lo he podido comprobar en coliseos de Málaga o en el histórico Falla gaditano, que en su centenario presume de programación y de fidelidad de su público.
El panorama es alentador. Quién habría imaginado, hace cincuenta años, la buena salud de la que habría de gozar el teatro en la primera década del siglo XXI. Ceuta no se queda atrás. El auditorio llega en el mejor momento.
La lástima es que su capacidad no se acerque a la de nuestros inolvidables coliseos, cuyas sucesivas desapariciones ningún ayuntamiento fue capaz de evitar. No puedo por menos que acordarme aquí de las 1.054 butacas del ‘Cervantes’, las 1.100 del ‘África’ y las 2.100 del ‘Terramar’. Cifras superiores a las 550 del ‘Apolo’, que por ahí puede ir nuestro futuro teatro que tantos años, vueltas y esfuerzos nos ha constado conseguir.
Inmejorable marco también para los actores locales. Tal como antaño, con teatros y sin ellos, excelentes. De ellos cabe esperar un buen disfrute viéndoles evolucionar sobre el majestuoso escenario con el que, aseguran, contará el anhelado auditorio municipal.