Claro que se pierden facultades cuando se van acumulando años; negarlo sería absurdo, tanto como ignorar que algunas de ellas se van afinando y permiten conocer, más y mejor, algunas cuestiones de la vida del hombre ( de toda persona ) y plasmar en obras algunas de sus mejores ilusiones. La facultad de pensar se hace más completa con el paso de los años porque se apoya en lo que ya se ha conocido y experimentado; es algo así como la asistencia a unas clases particulares en las que cada persona va analizando, cada día, su actuación en la actividad general de la sociedad.
Todo puede ser revisado; desde lo que se deseó hasta lo que llegó a ser una realidad más o menos conforme a lo imaginado.
El hombre se hace más completo cada día de su vida si no deja de acudir - también cada día - a ese examen, personal y riguroso, de su actuación.
Es pulir su calidad humana al tiempo que se la prepara para nuevas actividades, para esa novedad de la vida que es la que llega con cada día, a veces con alocada rapidez y con destellos que hasta llegan a dificultar la visión real de lo que ocurre.
Ya, de viejo, esos destellos no llegan a ocultar la realidad y recuerdan otras ocasiones en las que motivaron equivocaciones - a veces muy serias - en el camino a seguir.
Ese examen de la actuación personal hace más completo al joven; más sereno, más juicioso también y hasta más eficiente para la labor que debe atender.
No se pierden facultades cuando así se prepara uno para la vida - que puede ser larga en el caso de los jóvenes y corta ya para los viejos - sino que se hacen más afinadas y ajustadas al cometido que toda persona tiene en la vida, el ser justos, el no dañar a nadie, el respetar lo que toda otra persona pueda ser y hacerla ver que debe comportarse de esa misma forma con los demás.
Los jóvenes tienen ante sí un largo futuro en el que han de dejar su huella y deben procurar que sea amable y generosa; es una dura lucha en la que no debe faltar un corazón lleno de bondad y una mente en la que la luz de la verdad no quede oscurecida nunca.
Los viejos también piensan en el futuro, coincidente en el tiempo con parte del que han de vivir los jóvenes, y sus pensamientos tienen unas grandes dosis de cariño que tratan de hacer llegar a cada una de las actuaciones de aquellos.
Hasta quieren - en determinadas ocasiones - sufrir por ellos lo que no saben que van a padecer si no toman otro rumbo distinto al que están siguiendo.
Los pensamientos de los viejos están llenos, siempre, de cariño y de temor por los jóvenes.
Claro que los viejos piensan, aunque a veces aparezcan como manías sus decires.
Merece la pena oír lo que dicen porque sus palabras están impulsadas por el deseo de ser útiles a todos.
Acógelas en tu corazón, tú que eres joven, y llévalas al examen diario que no debe faltar en tu vida; te sentirás confortado con el cariño que en ellas hay.
Los viejos también piensan, te lo aseguro; no dejes de escucharles porque con esa caridad tuya les harás sentirse más unidos a ti - persona joven - de quien tanto se espera hoy en día.