El capitán de fragata Ignacio Paz García se colocó al frente de la ‘Álvaro de Bazán’, todo un emblema de la Armada, a principios de semana.
“Hace la friolera de tres días”, bromea. Mera casualidad, porque su currículum lo ilustran 14 años a bordo de corbetas o dragaminas, la participación en numerosos despliegues de la OTAN e incluso haber sido Ayudante de Campo de Juan Carlos I. También el puesto de comandante del patrullero ‘Acevedo’, que ya le trajo hasta Ceuta en aquellos tiempos de tensión internacional tras la toma y posterior recuperación de Perejil. Nacido en El Ferrol, el mismo puerto coruñés que sirve de base al navío que ahora manda, tiene a su cargo a los 200 efectivos que llegaron a la ciudad el viernes para participar en un ejercicio táctico.
–¿Cuáles son los puntos a favor que confieren tanta importancia a la ‘Álvaro de de Bazán’?
–La Armada cuenta con cinco fragatas F100, y ésta es la primera y la que da nombre a la serie. En su día supusieron, y lo siguen haciendo, un hito por sus capacidades, enormes, en cualquier tipo de guerra convencional u otro tipo de situaciones. Es una fragata eminentemente antiaérea, pero eso no quiere decir que no tenga capacidad sobresaliente en guerra en superficie, guerra submarina o situaciones actuales como amenazas asimétricas, escenarios de crisis o protección a unidades valiosas que hacen un desembarco anfibio... Yo la definiría como una fragata multipropósito con una sobresaliente capacidad antiaérea.
–¿Y con ese potencial, qué papel le ha tocado jugar en la Armada?
–Las unidades de este porte son fundamentalmente escolta de unidades valiosas. Por ejemplo, del ‘Juan Carlos I’ o de los buques ‘Castilla’ y ‘Galicia’, aunque eso no quiere decir que no puedan realizar operaciones de forma independiente. Por ejemplo ahora acaba de llegar de un despliegue muy intenso y exigente en el Índico, en Somalia, en la lucha contra la piratería, con un papel sobresaliente y además como buque de mando, porque llevaba a bordo al almirante que mandaba la agrupación de fragatas.
–¿En qué ha consistido el ejercicio de adiestramiento?
–Se simula la costa de un país que tiene un régimen inestable y el Gobierno decide evacuar a los nacionales a través del conducto reglamentario de las embajadas. Para ello acude el ‘Juan Carlos I’, con el ‘Galicia’ y el ‘Castilla’, para dar cobertura en costa y recogerlos. Para proteger a esas tres unidades están los escoltas, como esta fragata. Y está el ‘Cantabria’, petrolero, para dar combustible. Se forma una flota en torno a ellos para acometer la operación.
–Hablaba antes de la inestabilidad de Somalia. ¿Cuál es ahora el escenario en el Cuerno de África?
–Está más controlado. Cuando empezó, la situación era francamente más inestable y había más desconocimiento: de dónde partían esos piratas que secuestraban barcos, cómo obtenían esa capacidad para asaltarlos cada vez más lejos de la costa, con más infraestructura... Ahora el escenario se conoce. De hecho en los últimos tiempos no es que se hayan reducido los secuestros, es que se han evitado. Yo estuve en una agrupación de la OTAN hace cinco años y convivías con los secuestros. Cuando empezaron a ir fuerzas internacionales de la OTAN, de la UE y países independientes empezaron a reducirse. Ahora ya no hay uso de la fuerza, en todo caso de intimidación, no de enfrentamiento.
–¿Cuáles son hoy los otros puntos ‘calientes’ del globo?
–Aparte de Somalia, el Mar Negro. Ucrania es un punto caliente por esa relación bilateral con Rusia que repercute en la estrategia internacional. El papel que quieran desempeñar la UE Y la OTAN, y que implique a España, está ahora en discusión. También es inestable el Mediterráneo oriental, donde hay de forma permanente una agrupación de la OTAN de prevención del trafico ilegal que surgió con la amenaza terrorista tras el 11-S. Libia también fue un punto caliente, pero ahora no. Y la costa del Líbano siempre lo es.
–¿Y Ceuta qué papel juega en esa estrategia global?
–En el escenario que acabo de mencionar, ninguno. Ceuta juega un papel relevante como cualquier otra ciudad costera española que la Armada procurar cuidar. Ceuta tiene su Comandancia Naval, que es un semáforo de la importancia que le da la Armada, y siempre que se puede se manda aquí un barco para hacer lo que llamamos presencia naval. Así mostramos la cercanía y el cariño que la Armada le tiene. Ceuta es muy querida. De hecho en la Escuela Naval, Ceuta y Melilla, por historia y lo bien que trata a sus alumnos, son puntos clave para los viajes de fin de curso.
–Me refería a si el auge del fenómeno yihadista y la proximidad con Marruecos han alterado los niveles de alerta o la estrategia en relación a la ciudad...
–No, en absoluto. No al menos con la Armada.
–La Armada, como el resto de las Fuerzas Armadas, ¿ha orientado su función del combate a la prevención o las tareas humanitarias?
–Sí, el concepto ‘orientado’ está bien elegido. Sin dejar la preparación para un conflicto convencional, te vas amoldando a escenarios actuales que te están exigiendo trabajar en zonas de crisis, no de conflictos de guerra. Te exigen operaciones de tipo evacuación de nacionales no combatientes, ayuda humanitaria o protección. Como en Centroamérica, con temas de huracanes y zonas muy dañadas por desastres naturales. La Armada ha sido pionera en todo eso y sabé cómo ayudar.
–¿Y con qué caché cuenta nuestra Armada en la OTAN?
–Pues con uno muy alto. El caché se demuestra no sólo en unidades en agrupaciones de la OTAN, sino también dentro de la organización en los mandos que tiene. La Armada, o las Fuerzas Armadas en general, juegan un papel relevante en la organización y estructura de la OTAN. Tenemos un reconocimiento importante. La Armada ahí está muy bien considerada.