La seguridad de Ceuta depende muy mucho del grado de control que se aplique en el Tarajal. La permisividad que se tenga en este ámbito va a influir directamente en el mantenimiento de la integridad colectiva.
Ante los máximos niveles de control, debido a la alerta terrorista, no caben actitudes hipócritas. Pero parece que esto resulta bien difícil de entender para algunos colectivos que no dudan en expresar sus críticas fundamentadas en intereses particulares. El delegado del Gobierno, Francisco Antonio González, lleva tiempo siendo vapuleado sin razón por los colapsos fronterizos. Críticas que son admitidas cuando se incurre en algún error pero no cuando se ejercen por sistema basadas únicamente en intereses irresponsables.
Es momento de mostrar una madurez a todos los niveles, de arrinconar la ignorancia en un rincón y de abandonar las actitudes de necios que parece que aún no se han enterado ni de las amenazas que afectan al mundo y especialmente a zonas fronterizas como es nuestro caso.
Las entradas de inmigrantes en dobles fondos puede tener la imagen idílica de quien busca una vida mejor, arriesgando incluso su vida en este tipo de pases o puede esconder otra visión más radical que por nadie debe ser obviada. Salvo, eso sí, que optemos por ser unos tontos.
La frontera debe someterse a controles, la realidad que conocemos a diario nos arroja una permeabilidad que debe cortarse más aún tras conocer los últimos datos sobre la presión migratoria. La hipocresía y la necedad de quienes denuncian los colapsos es vergonzosa ya que se obvia una seguridad que, de verse quebrada, nos va a afectar a todos de forma sangrante. No nos lamentemos cuando ya poco se pueda hacer. Madurez, responsabilidad y sentido común se hacen hoy imprescindibles.