La muerte, ayer, de un joven marroquí en el Tarajal no hace sino recordar la enquistada problemática que en materia de seguridad se da en el entorno fronterizo.
No es la primera vez que, justo en el punto en donde fue atacado el joven, se producen atracos, agresiones y robos. Varios porteadores han sido víctimas de los mismos, además de vecinos del lugar y trabajadores transfronterizos. Ha habido detenciones pero también muchas víctimas que han o no denunciado. Los vecinos del lugar han puesto de manifiesto su temor por la presencia de grupos que, armados, llevan a cabo acciones violentas.
En el caso de ayer, se terminó con la vida de un joven de 24 años que fue atacado por cinco individuos recibiendo media docena de puñaladas. La más grave fue la que terminó con su vida. La Policía Nacional aún no ha detenido a los agresores aunque está detrás de la pista.
Sí cabe reforzar una vigilancia en la zona, toda vez que existen numerosas quejas por lo que sucede en un entorno por el que se produce el paso de muchas unidades de las fuerzas de seguridad pero da pie a sucesos de este tipo. La confianza en las fuerzas y cuerpos de seguridad debe mantenerse para que, con respeto, hagan bien su trabajo y detengan a los autores tanto de la muerte de ayer como de otras que se han producido con anterioridad.
A esa confianza debe añadirse la necesidad de mejorar la actuación de control en puntos negros como éste, toda vez que la frecuencia de personas con dinero es un hecho dada la proximidad de las naves del Tarajal y la actividad del porteo que llevan a cabo muchas de ellas.