El pasado 23 de junio se colocó al frente de Feaps-Ceuta, la Federación Española A Favor de las Personas Adultas Con Discapacidad Intelectual a la que lleva vinculada –“arraigada”, asegura– desde hace años.
El relevo debe aportar tranquilidad a una institución sumida en los últimos meses en una guerra de acusaciones internas y problemas económicos. Hermana de usuarios y familiar de profesores de la federación, Amalia Caravaca encabezará durante los próximos cuatro años una junta directiva de ocho miembros que apuesta por empezar de cero y recuperar la complicidad de los 135 ceutíes a los que presta servicio, 60 de ellos de forma directa.
–Acaba de coger las riendas de Feaps-Ceuta tras la sonada dimisión en bloque de la anterior junta directiva. ¿Qué tal el arranque?
–Empezamos hace poco más de una semana y desde entonces ha sido no parar. La junta directiva al completo fuimos hasta el centro de Feaps, donde los trabajadores y los usuarios nos hicieron un recibimiento muy bonito con actuaciones, bailes, e incluso una paella. Fue una convivencia entre la junta, los padres, los trabajadores y los chicos. Y éstos aprovecharon para hacer sus reivindicaciones: los talleres y actividades que quieren recuperar. Desde entonces estamos compaginando nuestros trabajos y esta nueva tarea, que es muy absorbente.
–Imagino que el objetivo principal será recuperar la calma tras el periodo convulso que acaba de cerrarse...
–Sí, es eso lo que queremos. Hay cosas buenas ya hechas que queremos aprovechar. En Feaps hay muy buenos profesionales dispuestos a trabajar y a colaborar por los usuarios y familias. Pretendemos que el usuario y sus necesidades vuelvan a ser las prioridades, que estén felices en el centro, que quieran estar allí y disfrutar. Queremos retomar las actividades que se hacían hace años y que por diferentes cuestiones, creo que económicas, se fueron dejando por una mala gestión o las razonas que fuesen. Hay que recuperarlo porque es lo que nos piden.
–Uno de sus primeros mensajes tras asumir el cargo fue que está abierta al diálogo y a cualquier propuesta. ¿Se había perdido esa práctica diaria en Feaps?
–Se había perdido. Los aires que corrían no eran muy dialogantes y las familias estaban crispadas por el ambiente. Había usuarios que incluso no querían ir al centro. Queremos fomentar el regreso a la participación de las familias, que los chicos quieran volver porque comprueben que hay cambios, que se lo pasan bien, que son felices. Yo soy una gran defensora del diálogo, porque a través de él se pueden alcanzar todos los restos.
–Recuperada la calma, ¿cuáles son sus retos inmediatos?
–En lo que resta de año queremos poner en marcha el comedor. La junta directiva ya ha aprobado la puesta en marcha y se ha comentado a la gerente del centro, que está manos a la obra y a principios de octubre podría estar funcionando. Es una demanda de las propios usuarios, porque les permite estar más tiempo en el centro, disfrutar, y de las familias, por que así tienen más tiempo libre para ellos. La puesta en marcha es primordial.
–También necesitan nuevos vehículos adaptados.
–Sí, es otro de los grandes objetivos. Tenemos dos de dimensiones pequeñas, de 9 plazas, en los que si metes sillas se reduce mucho el espacio. Y el grande que teníamos ha dejado de funcionar. Tenemos en estudio comprar un vehículo de más plazas, adaptado, que nos dé más independencia de Cruz Roja, que da el servicio gustosamente, pero al tener nuestro propio servicio podríamos realizar otro tipo de actividades, como salidas extraescolares o más momentos de ocio.
–Resumiendo, quieren volver a las actividades, al día a día, y olvidar los conflictos...
–Sí. Nosotros no señalamos culpables, partimos de cero. Nuestro grupo mira hacia adelante, no hacia atrás, a si se ha hecho mejor o peor. Confiamos en nuestro propia gestión y en que todo salga bien.
–¿Les han afectado los recortes?
–Por lo que tengo entendido, en tiempo de crisis se tuvo que recortar un 10 por ciento el presupuesto a todas las organizaciones y no fuimos ajenos a él. A nosotros nos supuso unos 100.000 euros menos de presupuesto. Afectar, afecta. Feaps es el mayor centro de discapacitados de Ceuta y requiere una serie de trabajadores específicos, psicólogos, fisioterapeutas... porque los usuarios así lo requieren. Todo lo que sea quitar... Entendemos que no hubo más remedio que hacerlo y se intentó que afectara lo menos posible.
–¿Cómo marcha la búsqueda de la nueva sede?
–Es una de nuestras reivindicaciones. Estamos a la espera de poder hablar con la consejera de Asuntos Sociales. El centro actual, un anexo al colegio de la barriada Juan Carlos I, no está en el lugar más adecuado. Aquello es más bien el monte. La consejera estudia darnos unas instalaciones nuevas, más adecuadas, ya que por ejemplo las salidas a los alrededores son inviables. Dependemos del transporte, y no podemos plantearnos ni dar un paseo alrededor del centro: es inviable con las sillas de ruedas. Sé que el presidente de la Ciudad está implicado en ello, más aún tras trasladarnos los propios chicos que están deseando volver al centro.
–Defíname cuál es la principal labor social que aporta Feaps.
–Somos una asociación de familias de discapacitados. Nuestra labor es buscar la atención de estas personas, que no permanezcan invisibles para la sociedad, que se les vea, que se tome conciencia, se les acepte, que no se les vea como seres extraños, sino como personas comunes que tienen sentimientos, sus objetivos marcados, que saben lo que les gusta y lo que no. En eso Feaps tiene una labor bonita, porque busca la integración, los cuidados, la atención a las familias que tienen en casa personas discapacitados. Si no existiera un centro donde pudieran acudir, la dedicación recaería cien por cien sobre las familias y su vida se complicaría mucho más.
–¿Queda aún mucho por hacer en la integración del discapacitado?
–Se ha avanzado mucho. La sociedad se compromete mucho, se preocupa. Hace años se les veía, y lo digo por experiencia propia, como bichos raros. Ya no: al ser más visibles se les acepta ya no como alguien distinto, sino como otra persona, igual que tú y que yo pese a tener otras capacidades motoras, psicológicas...
–¿Y ese avance es percibido por ellos?
–La experiencia que tengo es que si logran la meta que se imponen, su integración laboral o llevar una vida como la de cualquier persona, se sienten realizados consigo mismos. Luego ya depende de cada persona y su grado de discapacidad, pero saben perfectamente qué les gusta y qué no. Nos lo comentan los padres: “Igual mi hija no habla bien, pero en su lenguaje nos dice si le ha gustado o no ir a Feaps”. Nuestra labor es precisamente que sean felices, que estén bien integrados, que no sean algo ajeno a la sociedad.
–¿Con qué balance se sentirá satisfecha dentro de cuatro años, cuando venza su mandato?
–Con que los chicos sean felices, estén bien, estén contentos, con que recuperen sus actividades, sus talleres de artesanía, los viajes que durante mucho tiempo hicieron, las salidas al Parque Marítimo... demandan eso. Me conformaría con que se sientan a gusto, tengan su transporte, su comedor, que pidan ir al centro, que salgan de él con ganas de volver, no diciendo que no quieren ir más. Eso es lo que quiero.椗