Abogado, profesor y político, José Ignacio Wert (Madrid, 1950) sostiene desde finales de 2011 la cartera de Educación, Cultura y Deporte, quizás la más contestada en las calles desde el arranque de la primera legislatura de Mariano Rajoy.
Ayer pasó por Ceuta en una maratoniana jornada en la que firmó convenios y visitó las infraestructuras recién estrenadas y las que verán la luz en los próximos meses. Su análisis sobre el estado de salud de la educación en Ceuta es claro: los obstáculos son gigantescos, pero existe un compromiso del Gobierno central para minimizarlos en la medida en que la crisis, y sus consabidos recortes, lo permitan.
–Buena parte de su visita a Ceuta ha estado centrada en las infraestructuras educativas, las que se están acometiendo y el anuncio de que no serán las últimas. ¿El diagnóstico de su ministerio es que colman esos proyectos las carencias de la ciudad o serán necesarias más?
–Se colman las necesidades inmediatas. No se puede olvidar que Ceuta, como Melilla, tiene una demografía muy peculiar. A diferencia de lo que sucede en las 17 comunidades autónomas, en las que la población escolar es estable, si no decreciente, la ceutí lo que hace es incrementar las necesidades de recursos año a año. De ahí esa ampliación de más de mil nuevas plazas, que viene a atender no solo un incremento de cantidad en la oferta sino también una mejor distribución, una disminución de la ratio. Pero hay que pensar en que esas necesidades van a seguir evolucionando con un impacto inmediato en Educación Infantil, que es importante en todo el sistema, pero especial en un lugar como Ceuta donde hay que compensar un principio de partida en cuanto al déficit de conocimiento de la lengua vehicular de la enseñanza, el castellano. Por eso vamos a hacer con el Ministerio de Hacienda todos los esfuerzos requeridos para obtener financiación de fondos estructurales para nuevas infraestructuras para el periodo de presupuestación comunitario 2014-20.
–Esa ratio de alumnos por aula que arrastra Ceuta desde hace décadas, la más alta de España, no se ha visto compensada con el aumento de plantillas. ¿Se han topado de bruces con la crisis?
–Evidentemente, la solución está afectada por la limitación en la oferta de empleo público, la tasa de reposición del 10 por ciento, pero dentro de eso el Ministerio ha hecho todos los esfuerzos para conseguir que el impacto sobre el efectivo total del profesorado en Ceuta sea el mínimo. De hecho, el número de profesores que hay ahora prácticamente es equivalente al de hace tres años. Pero hace falta más. Yo hago un elogio del compromiso y dedicación de los profesores de Ceuta porque se enfrentan a una situación muy difícil en condiciones mucho más complicadas por el déficit lingüístico y por una situación de partida muy comprometida a la que no se le ha prestado toda la atención que requería en los últimos años, y ahora es más difícil prestarla con las exigencias de consolidación fiscal que tenemos. Pero incluso dentro de eso hay un compromiso del presidente del Gobierno de dedicar una especial atención a los problemas de Ceuta en el campo educativo, y sobre eso trabajamos en estrecha colaboración con la Dirección Provincial y con la Ciudad.
–Y ahora que se insiste en la reactivación económica y en la luz al final del túnel... ¿se recuperará el terreno perdido en la inversión en educación?
–Creo que se ve incluso algo más que la luz al final del túnel, pero tenemos que ser serios y reconocer que tenemos ante nosotros un horizonte de consolidación fiscal especialmente exigente en 2015, y una necesidad de priorizar y jerarquizar los recursos... Pero con una tasa de idoneidad y de abandono escolar temprano como la que tiene Ceuta veo la necesidad de comprometerse con la necesidad de aportar los recursos que se revelen necesarios de forma incontestable.
–Otra losa que pesa sobre el sistema educativo ceutí es el fracaso escolar. En una comparecencia en el Congreso, recién estrenado el cargo, lo atribuyó en parte a una “avalancha” de alumnos llegados de Marruecos...
–El sustantivo avalancha tiene una connotación.. no quiero constituirlo en causa de polémica. Pero es cierto que hay una situación complicada que deriva no solo de eso, no sé si de una avalancha, pero es evidente que no hay ningún otro espacio en el que sea tan alta la proporción de estudiantes cuya lengua materna no sea la vehicular de la enseñanza, en este caso el castellano, ni tan distinta a ésta. Es cierto que pueden citarse los casos de Cataluña o el País Vasco, hay quien puede pensar que son parecidos, pero el conocimiento del castellano en esos entornos es mucho más alto, amén de que la lengua cooficial propia también se usa como vehicular. Aparte de la diversidad sociocultural, muy fuerte en Ceuta y en Melilla, el problema de déficit de partida con el idioma es muy importante, muy determinante. Y si a eso le añadimos que tenemos una tensión demográfica permanente que da lugar a que cada año haya que atender más necesidades, a veces sin los recursos suficientes, comporta consecuencias sobre el plano del resultado educativo. Esa es nuestra exigencia, nuestro reto, y hay que conseguirlo en una situación que económicamente no es fácil. No obstante, hay cosas que necesitan recursos y otras que requieren simplemente un buen diseño, pegarse al terreno, conocer el problema, diagnosticarlo bien y aplicar las soluciones.
–¿Cree entonces que la gestión educativa tiene más que ver con la eficacia que con los recursos?
–Siempre influyen las dos cosas, pero es evidente que los resultados educativos no dependen solo ni principalmente de los recursos. En España se duplicó en términos nominales la inversión en educación entre 2000 y 2009 y no hubo un solo indicador que mejorase. Y en esa década se mantuvo un abandono escolar temprano que fue mayor al final del periodo que al principio, el doble de la media de la UE. Por tanto, los recursos no son la panacea ni el bálsamo de Fierabrás, ni la solución a todo. Lo que tiene que ver con la arquitectura del sistema, las medidas introducidas en la LOMCE, están basadas en la evidencia, en las soluciones que en otros países se ha dado a problemas similares a los que nosotros arrastramos. Y son países que no han aplicado incrementos de recursos. Hay un caso que siempre utilizo, el de Polonia, con una renta per cápita muy inferior a la nuestra, pero con similitud en cuanto a tamaño y otras. Pues Polonia hace diez años arrancaba el primer ejercicio PISA en la cola de Europa y ahora es una de las naciones con mejor rendimiento. Ha hecho reformas proyectadas a mejorar resultados y lo ha conseguido, y no ha supuesto un incremento del gasto, que homogeneizado por alumno es un 25 por ciento inferior al de España, pero ha obtenido resultados muy superiores. Los recursos son importantes, pero la educación no es solo eso, es un sistema, un compromiso de la sociedad, no vale que haya una excelente Ley de Educación si no hay en la sociedad conciencia, si las familias no están comprometidas con el ethos educativo, con el compromiso del esfuerzo, y si no existe compromiso también de los propios profesionales.
–Entonces debe de haber un problema de comunicación, porque la nueva legislación educativa es la que más rechazo ha despertado en la calle...
–Como es natural en una sociedad democrática y pluralista, respeto todas las opiniones. Pero debo decir, con toda claridad y sin ningún tipo de tapujos, que estoy todavía por oír la primera crítica fundamentada y que no sea apriorística, ideológica ni prejuiciosa, sobre el contenido de la LOMCE, que alguien haya aportado una alternativa constructiva. Si vemos lo que ha propuesto el conjunto de fuerzas de la oposición, tendríamos que concluir dos tipos de cosas, y no sé cuál es peor. Primero que el PSOE está de acuerdo con Amaiur en el modelo educativo, algo que no quiero ni pensar, y lo segundo, casi peor, que el PSOE y los partidos que con él firmaron el pacto o compromiso de derogar la LOMCE en el caso de gobernar consideran que la normativa actual, que produce unos resultados como los que produce, tiene que ser mantenida porque no hay alternativa. Creo que ninguna ley es perfecta, y la LOMCE con toda seguridad tampoco lo es, pero creo también que ninguna ley arregla todos los problemas de la educación. Pero lo que realmente lamento es que no se haya presentado ni una sola alternativa constructiva a lo que la LOMCE dice, que son cosas bastante sencillas: medidas para reducir el abandono escolar temprano a través de la introducción de evaluaciones externas, de dar más autonomía a los centros y centrarse en las competencias instrumentales. Y sobre eso nadie dice nada.
–Decía que entonces no se habrá explicado bien a los sectores implicados porque les han acusado, entre otras cosas, de querer privatizar la Educación...
–Han llegado a decir que se privatizaba la educación, pero a mí nadie me ha dicho dónde está el contenido privatizador. Si se refieren a la posibilidad que contempla la LOMCE de la privatización de suelo público, esa cesión ya se está practicando en muchas comunidades autónomas. Si se dice que en la LOMCE hay planteamientos favorables a la educación privada o concertada, a mí que se me explique dónde está. Es más, creo que la modalidad que tiene más que ganar con la LOMCE es la enseñanza pública, porque con el marco normativo actual no se contempla ningún grado de autonomía de los centros, y con la nueva ley ésta se asocia con una mayor rendición de cuentas. Y eso no puede sino redundar en beneficio de la educación pública.
–¿La Junta de Personal Docente, que en Ceuta agrupa también al sector más crítico con su gestión, le había solicitado alguna entrevista?
–No que a mí me conste, no sé si lo han pedido.
–La Conferencia Episcopal ha lanzado una crítica velada sobre la reducción a la mitad de las horas de Religión en las aulas de Ceuta y Melilla...
–El Ministerio simplemente ha dado una distribución de horarios que asigna, no a Religión católica, sino a Religión en su conjunto una unidad semanal de 45 minutos. Pero se olvidan, al formular esa crítica, que dentro de la autonomía de los centros ese horario es mínimo, y puede ser ampliado o no, y se deja en manos de los centros. Si el Consejo Escolar o la dirección de los centros consideran oportuno ampliar ese horario tiene la posibilidad y el espacio para hacerlo.
–En aquella comparecencia de 2012 a la que me refería antes reconocía también que difícilmente podría encontrar una gestión más complicada que la educativa en Ceuta y Melilla. ¿Sigue pensando que es una especie de quebradero de cabeza?
–Es que es muy complicado. Pero no, un quebradero de cabeza no, en todo caso un reto. Es muy complicado por factores estructurales que están muy bien descritos, que no son ni buenos ni malos, sino que son los que hay. Y por tanto es muy difícil y hay que aplicar un esfuerzo especial porque el punto de partida es más desfavorable que en el conjunto del sistema educativo en idoneidad, en abandono escolar temprano, en ratio de aulas... No lo digo como crítica sino como exigencia.
–¿Y encuentra en esa batalla el respaldo de la Ciudad?
–Lo que la Ciudad Autónoma está trabajando con el Ministerio en orden a aportar recursos y soluciones que den lugar a una base sobre la que construir soluciones es todo un ejemplo de colaboración institucional. Es ejemplar el compromiso del presidente Vivas con la mejora de la educación en Ceuta. He planteado esta cuestión al presidente Rajoy y me ha dicho que tendremos, tanto el presidente Vivas como yo, el apoyo para lo que sea preciso en orden a mejorar la situación educativa en Ceuta. Y todo ello, porque es una realidad, con perfiles más complicados que en otros escenarios educativos, algo que sin duda nos obliga a una exigencia mayor.
–Con la educación transferida a todas las comunidades autónomas, su Ministerio la gestiona tan solo de forma directa en Ceuta y Melilla. ¿Qué piensa cuando oye propuestas de partidos como UPyD que apuestan por devolver la competencia al Estado?
–Yo lo he hablado en varias ocasiones con el portavoz de UPyD: una cosa es pensar que a veces el Estado se ha quedado sin recursos para determinadas actuaciones en materia educativa y otra pensar que una configuración del Estado como la que dibuja el Título Octavo de la Constitución, en cuestiones como la educación y la sanidad, se pueda gestionar de forma centralizada. Creo que la Administración educativa es lógico que esté en las comunidades autónomas, por eficacia, aunque eso pueda crear ocasionalmente disfunciones, también, pero hay razones de eficacia. La posibilidad de que las comunidades gestionen cuestiones como la educación no solo es un replanteamiento sectorial, sino del esquema general. ¿Qué van a gestionar las comunidades entonces en un sistema cuasifederal si no gestionan los grandes servicios, las relaciones con Bulgaria?
–¿Es coherente que una consejera de Educación, en este caso la del País Vasco, considere “emigrantes” a los alumnos llegados de otras regiones?
–Quiero pensar que se trata de un problema de impropiedad en la expresión. Es verdad que en España siempre hemos hablado de emigraciones internas, pero este es un país cuya unidad e indisolubilidad están contempladas en el artículo 2 de la Constitución, y la igualdad de todos los ciudadanos, con independencia de la comunidad de residencia, aparece en el artículo 14. Por tanto la movilidad interterritorial de los españoles, de los jóvenes en este caso, no se puede plantear como una cuestión migratoria. Es movilidad interna. Pero quiero pensar, insisto, que ha sido un problema de interpretación impropia.
–¿Hay forma en este país de aislar la educación de los vaivenes políticos? Da la impresión de que cuando un partido alcanza el Gobierno a lo primero que aspira es a cambiar las leyes que al final rigen en las aulas...
–Estoy seguro de que es una idea arraigada en la población, pero es falsa. En la democracia no ha habido otra cosa que leyes socialistas. Es verdad que hubo una ley aprobada en 2002 con el PP, la LOCE, pero nunca llegó a entrar en vigor. También está muy arraigado, y también es falso, que cualquier reforma en materia educativa ataque la estabilidad el sistema y sea nociva... Los países que mejor marchan en educación son los que más reformas hacen. Y es verdad, y esto no se puede negar, que los que consiguen avances sostenibles son aquellos en los que las líneas de reformas son objeto de acuerdo político de base ancha, y yo lo he ofrecido al PSOE y a otros. Pero nadie ha querido hablar del núcleo de los problemas educativos. Yo en esto me encuentro en la misma situación que describía uno de los últimos ministros socialistas de Educación, Claude Allègre, cuando en sus memorias decía que en política a veces si uno quiere hacer una reforma que guste a todos, hará probablemente “una reformita”. En política algunas veces hay que elegir entre agradar y hacer. Y puestos en la tesitura, es mucho mejor hacer que agradar, pensar más en el público al que va dirigido el servicio, en este caso a los estudiantes. Y yo lo que he hecho es seguir esa filosofía.