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El nicho 292 de la galería Nuestra Señora de las Mercedes acoge los restos del subsahariano hallado muerto el pasado viernes
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Ha sido imposible identificarlo
Murió ahogado. El frío y el oleaje constituyeron una combinación fatal. Consigo se ha llevado su identidad, imposible de ser confirmada por la Policía Judicial de la Guardia Civil. Otro drama más de la inmigración que encuentra en nuestras costas la estación nunca buscada, la última, la encargada de romper el sueño que llevó a este joven, de poco más de 20 años, a huir de su país. “Dios es padre de todos, le pedimos que ayude a la familia de este valiente que solo intentó mejorar su vida y la de su familia”, exponía emocionada Paula, de las Hermanas Vedruna, durante el entierro que tuvo lugar ayer en Santa Catalina. Fue la despedida a una muerte provocada por un “sistema injusto” por “unas políticas injustas” que provocan estos fallecimientos que nunca cesan.
El padre Cristóbal imploró la bendición del Señor para que “nuestro hermano duerma en la paz de este sepulcro. El Señor te protegió en vida y te libera de la muerte que acabas de sufrir”. Así, pasadas las 12.30, Santa Catalina volvió a cerrar otro de sus nichos con una losa de cemento, sin nombre, sin placa, sin identidad.