El artista marroquí cierra las ‘II Jornadas Literarias’ a las 20:30 con la presentación de ‘El incensario’, una novela que ha cautivado a un gran público
La edición segunda de las Jornadas Literarias, que dio comienzo ayer y finaliza esta tarde noche tras dos arduas pero hermosas sesiones académicas, cuenta hoy con la participación estelar de Omar Berrada, escritor, pintor y escultor natural de Fez (1952) que atesora una larga y admirada trayectoria profesional. Berrada, traducido al español por Paloma Monsonís, presenta El Incensario, una novela intensa, crítica y bella.
–Licenciado en Ciencias Políticas, ¿Cómo valora el resultado de las elecciones europeas del pasado domingo?
–La crisis económica con sus consecuencias sociales que ha sacudido Europa ha dado un empuje a los populistas y a los euroescépticos en las elecciones de este domingo. Para nosotros, árabes y africanos, ribereños de la Europa del sur, nuestro temor es de ver la xenofobia, la islamofobia, el antisemitismo tomar dimensiones aun más importantes en Europa después del revés de la izquierda y de la socialdemocracia.
–¿Conoce Ceuta? En caso afirmativo, ¿le gusta?
–¿Qué marroquí no conoce Ceuta? Yo visito esta ciudad desde hace más de treinta años, al menos una vez al año para ir a Andalucía con la familia, en coche como muchos marroquíes de clase media o de la burguesía. Yo me siento bien en esta región que me recuerda mis orígenes araboandaluces con sus viñedos, sus naranjales, su música y sus habitantes tan hospitalarios. A este propósito debo decirle que soy miembro de la asociación de música andalusí de Casablanca que existe desde 1949.
–¿Qué opinión le merecen las II Jornadas Literarias de Ceuta en la que este año es usted uno de los participantes estelares?
–Es para mí un gran honor participar en estas Jornadas Literarias y no hay más justicia que la literatura entre los pueblos.
–¿Para quién no haya leído su última novela, ‘El incensario’, que le diría para que se animara a hacerlo?
–Yo le diría que El incensario es un cuadro novelesco de la sociedad marroquí, que pone en escena un antihéroe, su familia y sus amigos. El estilo es depurado, sin un gusto sistemático por la miseria humana ni prejuicios, ni folclore. Mis compatriotas de los que hablo en El Incensario no son esos de las postales o de la célebre plaza Jama El Fna de Marrakech. Son gentes sencillas pero con una vida tan complicada en la que intentan sobrevivir, en un ambiente hostil y lleno de dificultades.
–¿Considera que la cultura es el mejor cauce posible para unir pueblos y razas distintas?
–La cultura es una fuerza tranquila, capaz de romper las dictaduras y la tontería humana. De hecho es universal, como la música, y es la mejor arma para luchar contra la ignorancia y la injusticia.
–¿Piensa que el mundo vive una crisis cultural gigante más allá de la económica?
–La época en la que vivimos esta encogiéndose sobre ella misma, los nacionalismos levantan la cabeza y las dictaduras retoman fuerzas. Los cierres de fábricas, el paro, la aculturación, la ascensión de los extremismos tanto de derechas como de izquierdas abonan el terreno de la crisis de las conciencias.
–¿Cuáles son sus referentes culturales?
–Hago de la pintura palabras, si puedo expresarme de este modo. La vida y las gentes y la manera cómo viven me interpelan. Todos los autores que trabajan el género literario me inspiran: Gabriel García Márquez, Emile Zola, Mohamed Choukri, Najib Mahfoud, etcétera.
–Además de escritor es usted pintor y escultor, ¿Cuál es su verdadera vocación y en que formato se siente más cómodo?
–No tengo una vocación propiamente dicha: yo escribo, dibujo, hago escultura y escucho música mientras que otros miran la televisión, juegan al futbol, o a la lotería. Me siento bien en todas las formas de expresión artística con una predilección por la escritura.
–¿Cómo definiría su estilo?
–Puedo definir mi estilo de naturalismo positivo, pues describo la sociedad en la que vivo y busco por otro lado aportar mi modesta contribución a hacer cambiar las mentalidades retrogradas que frenan el desarrollo de mi entorno.
–Le concedo la última palabra por si desea añadir algo más.
–Debo decirle que me siento aquí en una tierra que no considero extranjera, mis raíces y mi cultura están aquí. Reitero mi más vivo agradecimiento a los organizadores de estas jornadas literarias, y a los que me han invitado, gracias también a usted por el interés que da a la literatura magrebí y que contribuye al acercamiento entre los pueblos.