Miguel Temprano no ha sido legionario, pero dice llevar “el Tercio en las venas”. Su rostro puede asociarse al prime time televisivo, al universo rosa que alimentan los paparazzi o al papel couché del corazón, pero es presidente de la Asociación Nacional de Legionarios de Honor y acumula a sus espaldas horas y horas de trabajo, codo con codo, con los militares españoles que desde hace décadas intentan aliviar las penurias de la población civil en misiones internacionales. “Es un francotirador pero sin arma de fuego. Dispara con su objetivo y capta momentos de gran singularidad y emotividad”, como era definido ayer durante su presentación en el Museo del Revellín.
Ataviado con un chaleco de la ISAF –la Fuerza Internacional que coordina la misión humanitaria en Afganistán bajo paraguas de la ONU– , Temprano asistió a la clausura de la exposición que desde el pasado 26 de abril ha desplegado, a lo largo de 40 instantáneas, el día a día de los legionarios españoles a través de su cámara. Imágenes captadas en paisajes áridos de Afganistán, pero también en el Líbano o en Mali. Militares tendiendo la mano a víctimas de conflictos, a lomos de blindados o desplegándose sobre el terreno. Un breve testimonio del arduo trabajo que arrancó en 2008 y que el próximo año verá la luz en forma de libro. “Quería contar lo que hace la Legión en la actualidad, el escenario donde actúa, porque del pasado y de su historia ya hay varios tomos escritos”, aclaraba ayer.
Los vínculos de Temprano con el Tercio no son nuevos. El propio coronel jefe, Antonio Juan Alemán Artiles, le definió como “un gran amigo de la Legión”, etiqueta en la que coincidían la Fundación Tercio de Extranjeros y las Hermandades de Antiguos Legionarios. “Yo tengo dos familias y mi mujer me dice últimamente que me dedico poco a la nuestra”, bromeaba ayer el protagonista de la muestra en el Teatro del Revellín. Tanto, que escenificaba ese sentimiento en la imagen del “chapiri, que se lleva con honor desde que te lo ponen hasta que te lo tienes que quitar porque mueres”. Y todo empezó cuando se dejó “liar”, el momento en el que le advirtieron, a medio camino entre la carcajada y la realidad, que desde entonces le tocaba “joderse, porque en el Tercio ya no tienes escapatoria”. Temprano asumió el reto y alardea de sangre legionaria, de defensa a ultranza del Cuerpo y de colocarse a su servicio disparando, pero solo instantáneas que atrapen la realidad.