Continúa la campaña de opiniones contrarias a la concertina. Hablan todos: oenegés, partidos políticos y hasta la Conferencia Episcopal. Pero faltaba la opinión de la empresa, la única en España que las fabrica. La agencia Efe ha recogido sus valoraciones, que se resumen en confirmar que el fin de dicho elemento “no es cortar”. Asegura que tienen un “efecto psicológico y visual de que hay unos filamentos que si accedes te puedes hacer daño”.
Claro que, lo que realmente sucede es que cortan y hasta causan la muerte. Es lo que le ocurrió al subsahariano Sambo Sadiako en 2009. Quedó enganchado en las concertinas y cuanto más tiraba de ellas para liberarse éstas le aproximaban más a la muerte. Finalmente murió desangrado, golpeado por el fuerte viento de aquella madrugada. Las cámaras que aún se conservan en los despachos policiales concluyen lo que ahora hasta el mismo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dice no conocer: que las heridas que pueden llegar a causar son graves.
La empresa malagueña European Security Fencing (ESF) es la que abastece a los perímetros, siendo el único fabricante de concertina de Europa. “Si llegan las avalanchas donde se suben a la vez 300 personas en la valla, unas encima de otras”, la concertina termina haciendo “algún rasguño o corte”, ya que según ha explicado la empresa esto ocurre por “la presión que ejercen las personas sobre la chapa metálica. La finalidad no es ni cortar ni pinchar a nadie,” ha destacado su gerente Antonio Mora, quien ha apostillado que “no es un elemento para hacer daño a las personas sino para disuadir”.
En el caso de la muerte de Sadiako, intentó la entrada sin ir acompañado de más personas; caso distinto al ocurrido en 2005 con las avalanchas en las que participaron cientos de subsaharianos y en la que las concertinas dejaron multitud de heridos.
ESF instala alambradas en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla desde 1989, y según el fabricante el efecto concertina “consiste en que el inmigrante que quiere saltar la valla vea que hay unos filamentos y evitar el salto”.
Mora ha insistido en que es una estrategia de seguridad pasiva y que los cortes fuertes solo se producen por “aplastamiento”, y ha añadido que en la fábrica “jamás” han llevado a ningún trabajador “a que le hagan un punto de sutura por el empaquetamiento o fabricación del producto”.
El fabricante ha aseverado que tienen once modelos diferentes de concertina y que la instalada en Melilla es “una de las menos agresivas”, y ha dicho que de sus productos el instalado en la ciudad autónoma “es uno de los elementos menos punzantes”.
Hace más de un siglo que recintos, fronteras y ejércitos usan las concertinas para proteger y evitar acceder a sus áreas restringidas, y en Europa el único fabricante es esta empresa malagueña cuyos principales clientes están en los cinco continentes y venden a centrales nucleares, centros penitenciarios o pirotecnia.
Carlos Arce, coordinador del Área de Inmigración de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), ha denunciado que la instalación de concertinas para el control de flujos migratorios “solo van a provocar más vulneración de derechos humanos, más sufrimiento y, en algunas ocasiones, más muerte”.
Arce ha manifestado su desacuerdo con las declaraciones del Gobierno sobre la finalidad de las concertinas, ya que según ha dicho justo después de saltar la valla “muchos inmigrantes tienen que ser atendidos por cortes profundísimos principalmente en las manos y en otras partes del cuerpo”.
“Ese tipo de instrumentos sólo ponen en riesgo la vida de las personas, que van a seguir intentando llegar al territorio de España y la UE mientras que las condiciones de vida en sus países de origen sigan tal y como están”, ha destacado Arce, quien denuncia que el Gobierno juega a dos barajas, y que si se quieren utilizar “no se puede negar la evidencia”.