Mientras en otras regiones del país el Banco de Alimentos ha echado el cierre en vacaciones, en Ceuta ha trabajado aún más incluso. Así lo explica su responsable, Pedro Mariscal, que lamenta que los posibles atisbos de mejora se vuelvan prácticamente invisibles cuando muchas familias que requieren de los alimentos de la entidad para salir adelante se hayan quedado sin la ayuda de los 400 euros. “Más ahora en esta época existen casos trágicos donde las personas deben solicitar ayuda para enfrentar el comienzo de curso de sus hijos”.
La entidad, que comenzó con un registro de personas a las que ayudaba de 1.600 hace apenas un año, ahora se enfrenta a la cifra oficial de 3.600 personas que acuden a ellos para poder comer. “A eso, si añadimos la ayuda que repartimos a entidades como Cáritas, que también entregan alimentos, y a los que derivamos productos para que realicen las bolsas, nos encontramos con más de 5.000 ceutíes que no tienen qué comer. Y nosotros nos ocupamos de alimentos, pero gracias a otras entidades pueden pagar la luz y el agua otras familias necesitadas”.
Mariscal habla de una tímida recuperación pero en ésa al menos “estabilidad de la demanda, nos encontramos con esas familias que no perciben nada, e incluso muchas que llegaron de fuera por quedarse sin trabajo y que eran ceutíes de nacimiento ya han agotado la paga por desempleo y esas ayudas de las que hablamos y la situación es complicada”.
Hace apenas dos meses el almacén estaba repleto, pero la poca entrada de palés de alimentos ha mermado las reservas y queda tan sólo un cuarto de la capacidad del mismo para guardar los alimentos y efectuar el posterior reparto. Ya preparan nuevas campañas de recogida y piden la colaboración de la ciudadanía ceutí para seguir trabajando.