Absuelto. Fue tan claro y convincente el testimonio aportado por el joven Samir E.G. ante el tribunal de la Sección VI de la Audiencia Provincial, que a los magistrados nos les ha quedado otra que dictar sentencia absolutoria. El Ministerio Fiscal le pedía una pena de 4 años y 6 meses de cárcel al considerarlo criminalmente responsable de un delito contra la salud pública después de que la Guardia Civil encontrara en el coche que conducía medio kilo de cocaína. Aquella intervención tuvo lugar hace un año, en pleno puerto, cuando el acusado pretendía embarcar hacia la península y los agentes de la Compañía Fiscal le encontraron la droga en su coche. Cuando le dijeron a Samir lo que era, 505 gramos de polvo de cocaína con una pureza del 60,33%, el joven rompió a llorar. A sus 21 años, después de una vida marcada de vicisitudes, quien fuera un niño patera, que llegó a la península procedente de Marruecos, que se hizo mayor, que fue adoptado y tutelado por una familia y que terminó trabajando en una empresa de ventanas metálicas de Santander veía como el mundo se le venía abajo. ¿Cabe tras una historia marcada por la integración y la lucha, un revés tan radical que le podía llevar casi cinco años de su vida a prisión?
El acusado, cuya causa ha sido defendida por la abogada Inmaculada Guil, negó ante la Sala cualquier relación con esa droga, y fue tan convincente y creíble su versión, que consiguió anular cualquier tipo de acusación que pudiera mantener el Ministerio Fiscal.
Indica la sentencia, a la que ha tenido acceso este medio, que el acusado “desde el principio ha manifestado que le fue escondida la droga sin él saberlo, que fue utilizado por un tercero a quien identificó y que aprovechándose de su amistad le convirtió en un instrumento”. Destaca la Sala cómo el joven no entró en contradicciones al responder a las cuestiones de un Ministerio Fiscal que buscaba, de esta forma, destruir la credibilidad de sus afirmaciones. La Audiencia destaca en su fallo absolutorio que fue tan clara su versión que “la acusación en relación con su participación” en el tráfico de cocaína “solo cuenta con el indicio” y no puede sostener una condena. Además hay otro punto más que ha pesado en el fallo absolutorio. El hecho de que el joven desconocía siquiera dónde iba la droga, que, curiosamente, estaba escondida en un lugar no muy oculto, también se ha tenido en cuenta.
El acusado, que ha sido definido por la empresa en la que labora como un “trabajador ideal”, manifestó que viajaba de Santander a Marruecos para visitar a su familia en compañía de un amigo, que sería quien le tendería la trampa ocultando bajo el capó de su coche la cocaína sin que el joven se diera cuenta, aprovechando una parada en Ceuta, antes de embarcar con destino a la península. Sorpresivamente ese amigo desistiría después de acompañarle diciendo que se quedaba unos días más en Ceuta. Tanto esta persona como el dueño de la droga no han sido localizados. Samir ya está libre.